- mi plus ultra, lo eres tú... -
Obviamente créditos a Kohei Horikoshi por crear tremendo manga.
Pd: ninguna imagen es mía, solo las edito, todos los créditos a su respectivo creador.
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Domingo 11:20 AM
— _______~ — murmuró triste Kirishima mientras apoyaba su cabeza sobre tu hombro totalmente derrotado por siempre ser predecible en el piedra, papel o tijera. Diste palmaditas sobre su cabeza con una voz suave y reconfortante. — esta bien, Kiri. Diste lo mejor, es lo importante — Bakugo sonrió de lado con orgullo, mientras largaba una risilla ronca.
— deja de elegir siempre tijera, Kirishima — dió un consejo de forma un poco fría el chico bicolor, mientras el nombrado veía de reojo entre tu cabello y hombro. — bueno... Tienen suerte de que en una de las bolsas que trajimos ayer, había un modelo dentro — Kirishima se separó rápidamente de tí al oír como golpeaban brutalmente las puertas del gimnasio de par en par. Todos giraron a ver de quién se trataba y entre el ruido y las puertas volver a cerrarse más el polvo de la tierra de afuera entraba, una silueta grande se asomó.
Un hombre mayor serio y de mirada impenetrable, llenó el gimnasio de sorpresa. Sus ojos eran de diferente forma en sus iris, su ojo derecho era circular, color blanco mientras que el izquierdo era una "X" de igual color. Sus párpados estaban caídos y su mirada era deprimente, muerta. Su cabello liso y suave fue movido por el viento, dejando apreciar sus cejas enarcadas hacia arriba con cansancio.
— número diez, reportado — gritaste tú mientras que tu muñeco viviente lo murmuraba al mismo tiempo, conectados.
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— ¡¿qué?! Pero ni siquiera me di cuenta cuando lo llevábamos — gritó Eijiro sin saber cómo lograste entrarlo sin que nadie lo supiera. Todoroki igual de estupefacto te preguntó — ¿en qué momento lo metiste a una de las bolsas? — mientras estabas a punto de explicarle, Bakugo entró en medio de ustedes tres y te tomó de las ropas, elevandote y dejando tus pies en el aire, acercandote a su rostro molesto.
— ¿cuándo te fuiste para traer tus problemas otra vez aquí? — triste estampaste las palmas de tus manos en sus mejillas para apretar estas con pena — ¿cómo que mis problemas, Kacchan? — te bajó lentamente y mientras te permitía aplastar su cara, contestó igual de molesto que antes — esas cosas son molestas — y justo se acercó el modelo número diez detrás tuya, manteniendo su mirada deprimente. — ¡oh, vamos! Hoy voy a cambiar ese pensamiento, rubia mal teñida~ — el ojirojo te señaló con sorpresa e indignación — ¡¿CÓMO ME LLAMASTE?! —
