7. Reflexiones

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El resto de las clases estuvieron inusualmente silenciosas. Incluso Lila no estaba irrumpiendo cada tanto con anécdotas inexistentes, aunque eso no calmaba a Marinette, en realidad, la italiana probablemente estaba planeado la venganza por hacerla quedar mal en su reclamo contra Félix.

La tensión en sus hombros y cuello se estaba volviendo insoportable.

Estaba apuntando los deberes de la última clase y aún faltaban unos cinco minutos cuando divisó a Félix a su lado, ya guardando sus pertenencias. Era apenas evidente que se iría ni bien sonara la campana del final de clases y Marinette decidió que era una sabia elección.

Se apresuró a terminar de escribir y guardó todo. Apenas escuchó la campana, tanto ella como Félix estaban de pie.

El rubio apenas le dirigió una mirada rápida antes de descender hacia la puerta del salón, ignorando conscientemente las miradas de Alya, Nino, Adrien... y la desdeñosa de Lila.

—Lamento lo de Alya —murmuró la chica de coletas mientras salían del edificio —ella es... muy feroz para defender lo que considera que es justo.

Félix resopló, interrumpiendo el discurso de su compañera de asiento —no veo por qué debas disculparte en su nombre, Dupain-Cheng. Fueron sus acciones, no tuyas, y fue obviamente un truco de Rossi en mi contra —aclaró, cabeceando hacia la casa/panadería —sin embargo, si deseas evitar una confrontación con tu amiga, sugeriría que te apresuraras a tu casa y cerraras bien la puerta —carraspeó ligeramente, echando un vistazo hacia el interior de la escuela.

Marinette le dio una mirada con sus bonitos ojos azules ensanchados — ¿Vienen tras nosotros? —susurró, con la angustia deslizándose en su tono.

—Aun no, pero no dudo que ella o Adrien lo hagan pronto —desvió su mirada de la escuela, solo para tener que volver a apartarla cuando se encontró con su mirada azulina —Te acompaño a tu puerta.

—N-no es necesario.

Félix la ignoró, dándole el más ligero empujón para siguiera caminando mientras le hacía una señal al auto negro que lo esperaba —Tonterías, adelante.

Afortunadamente, el semáforo estaba en rojo y pudieron cruzar la calle de inmediato. Marinette se negó a mirar atrás y Félix lo hizo únicamente cuando llegaron a la puerta del edificio. Cómo había predicho, Adrien salió corriendo hasta la puerta de la escuela y estaba mirando alrededor, probablemente tratando de ubicar a Dupain-Cheng.

—Muchas gracias —escuchó a su compañera de asiento, justo cuando vio a Lady Wifi alcanzar a su primo.

—No es gran cosa —Félix la vio entrar en el edificio mientras su transporte se detenía en la calle justo frente a ellos —nos vemos mañana en clase —se despidió mientras se encaminaba al vehículo.

—Hasta mañana —la vio despedirse con una mano antes de cerrar la puerta mientras él entraba al auto y le indicaba al conductor que podían marcharse.

~∆~

— ¿Marinette? —Adrien la llamó en voz alta, mirando toda la acera a su alrededor, sin encontrar rastro de ella, o de su primo, hasta que algo llamó su atención por el rabillo del ojo.

—A veces no puedo creer la facilidad que tiene esa chica para escabullirse, con lo torpe que suele ser —escuchó a Alya quejarse a su lado.

Dude ¿No es ese el auto de tu primo? —le preguntó Nino al oído, viendo lo mismo que él.

¿Por qué el auto de Félix estaba saliendo desde el edificio de los Dupain-Cheng?

—Ella no contesta el teléfono —gruñó Alya, bajando su teléfono con la cara de Marinette en pantalla mientras presionaba el botón para colgar.

Un baile para El Día de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora