55. A ritmo de vals

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El domingo por la mañana encontró a Marinette aferrándose a un termo con su mezcla habitual de cafeína y chocolate, después de una ronda de yoga y entrenamiento con su madre y desayuno completo con sus dos padres.

Tras la breve patrulla, posterior a la plática con Chat, la chica había vuelto a su habitación, solo para ser atacada con un golpe de inspiración.
En menos de un minuto, estaba rebuscando una tela entre su baúl, de un hermoso color verde manzana. Luego, sacó un patrón que ya tenía hecho y empezó a cortar la tela, añadió alfileres donde se necesitaban y en poco más de una hora tenía su obra lista para bordar su firma, usando un verde levemente más oscuro y un amarillo miel para contrastar.

Un par de compresas frías para las ojeras y un toque de maquillaje después de arreglarse esa mañana, y nadie podría decir que se había desvelado.

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Por su parte, Félix ya estaba estacionado afuera de la panadería Dupain-Cheng, y estaba a punto de llamar a Marinette para preguntarle si estaba lista para bajar o necesitaba ayuda con algo, cuando vio a Marc entrar a la panadería con paso veloz.
Claramente estaba angustiado por algo, y Félix se quedó un momento dentro del auto esperando para ver si un akuma, un sentimonstruo, o algo por el estilo venía tras él... cuando no vio nada sospechoso, le pidió a su chofer que lo esperara y salió del auto para entrar a la panadería también.

Sabine lo recibió con los restos de una risilla en sus labios. El furor del desayuno dominical ya había pasado y las bandejas de baguettes, brioches, eclairs, pan au chocolat estaban más notablemente vacías que otras.
La mujer lo saludó amablemente y lo envió escaleras arriba, seguramente al igual que acababa de hacer con Marc.

En el apartamento encontró a Marinette sentada en una esquina del sofá, con una sonrisa dulce y ojos brillando de diversión, mientras que Marc estaba derrumbado a lo largo del resto del mueble, enterrando la cabeza en el regazo de la niña y hablando a un ritmo rápido.

La chica se dio cuenta rápidamente de su presencia, y le hizo señales para que cerrara la puerta y se uniera a ellos en el sillón más pequeño que estaba a un lado del sofá.

—Por favor, dime qué las chicas sólo están llevando demasiado lejos una broma —Félix logró escuchar a Marc balbucear, una vez se acercó, ocupando el lugar que le habían ofrecido.

—Odio decepcionarte, Marc, pero Aurore y Mireille no están inventando ni exagerando nada —Marinette estaba notablemente tratando de ocultar su diversión y de sonar gentil y empática, mientras empezaba a peinar delicadamente el espeso cabello negro y corto con sus dedos —aquí tienes dos testigos más. Besaste a Nath en la mejilla el viernes antes de clase —mientras decía eso, levantó la mirada hacia la de Félix y le guiñó un ojo en complicidad.

Félix tuvo que morderse los labios para no reírse.

¿Eso era todo?
Un poco de drama sobre romance adolescente.

Un baile para El Día de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora