36. Pensamientos Profundos

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El supervillano del día se reveló rápidamente como un jugador de béisbol, tenía el clásico atuendo blanco con líneas negras verticales, la gorra y un bate casi el triple de lo que debería ser. El akuma, de por sí, medía unos dos metros. Y las pelotas de béisbol que lanzaba eran básicamente mini-bombas.

Y todavía estaba lloviznando.

Simplemente fantástico.

Striker, aparentemente, estaba gritando el nombre de un estudiante de curso superior, por lo que escuchó Marinette, pero fue todo lo que pudo reunir antes de que el akumatizado bateara otra pelota.

La escuela se sacudió.

— ¡Hay que salir de aquí antes de que se derrumbe! —Félix les indicó a los cuatro que estaban detrás de ellos en las escaleras. Aurore, Mirelle, Marc y Nathaniel echaron a correr escalones abajo inmediatamente y Marinette sintió a Félix tirar de ella a través de sus manos aún entrelazadas —no te caigas —le susurró.

Espera... ¿En qué momento habían entrelazado sus dedos? Lo último que recordaba era que él había apretado su mano para centrarla ¿Había sido cosa de él o de ella?

Hay cosas más importantes en qué pensar ahora mismo. Se regañó mentalmente.

Algo le decía que no iba a ser tan fácil escabullirse del británico como de Nathaniel y Marc el día anterior.

Antes de que se diera cuenta, estaban llegando a la salida de la escuela. Pero al mismo tiempo Striker bateó una pelota que destrozó las escaleras, un pedazo del pasillo en el segundo piso y una parte de la oficina del director.

La escuela se estremeció, y escombros empezaron a llover del segundo piso.

— ¡Cuidado! —Marinette no pensó dos veces antes de impulsarse sobre la punta de sus pies, lanzando el peso de cuerpo sobre Félix para apartarlos a ambos del aterrizaje de un bloque de concreto realmente denso que cayó del piso superior.

Podría haber caído justo en el hombro izquierdo al británico si ella no hubiera reaccionado a tiempo.

Ahora ella estaba literalmente tendida sobre él, porque Félix no había tenido tiempo suficiente para equilibrarse de su empujón y ambos terminaron en el suelo. Afortunadamente, él no se había golpeado la cabeza, y rápidamente se dio cuenta de por qué había sido empujado, al ver el gran trozo de escombro donde habría estado hace dos segundos.

Marinette, por su parte, se había raspado ligeramente la parte externa de los antebrazos al aterrizar, pero ignoró el dolor y trató de recomponerse rápidamente. Estaba a medio camino de erguirse, sin darse cuenta que eso la habría dejado sentada sobre el abdomen de Félix, cuando un par de familiares brazos fuertes y cubiertos por un traje negro, la levantaron y la pusieron en pie.

—Pensamiento rápido —la felicitó el dueño de dichos brazos, girando el cuerpo justo después de estabilizarla —buena salvada, prrrincesa —Chat empezó a girar su bastón como la hélice de un helicóptero para bloquear cualquier otro escombro.

— ¡Chat Noir! —jadeó la chica, aliviada de que hubiese llegado tan pronto, pero tratando de regañarlo por llamarla "princesa" en un lugar público.

—Toma a tu amigo y vayan a un lugar seguro. M'lady y yo nos ocuparemos de este mal perdedor pronto —le indicó justo cuando el akumatizado notó su presencia.

— ¡Chat Noir! —gritó — ¡Tu miraculous y el de Ladybug serán mi trofeo!

—No lo creo, amigo ¿Estás un poco lejos del Stade de Baseball Pershing*, no? Y la temporada aún no ha comenzado —bromeó, apoyándose casualmente en su bastón.

Un baile para El Día de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora