67. Corazones

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Todos en la escuela empezaron a tomar sus teléfonos para buscar las noticias. No podían ver nada fuera de lo normal aún, pero se suponía que el nuevo villano estaba en las cercanías.

— ¡Marc! Llama a Aurore y Mireille y diles que se queden dónde están —Marinette le indicó a su amigo, mientras los cuatro se juntaban —parece que viene calle abajo —vio un punto morado que se movía en un mapa de la ciudad que ocupaba la pantalla de su teléfono.

Todavía no había cobertura directa en las noticias, pero fotos borrosas, tomadas por los parisinos en las calles y edificios ya estaban siendo compartidas.

— ¡Nena, espera! —escucharon la voz de Nino al mismo tiempo que Alya pasó junto a ellos como un borrón, saliendo de la escuela con un chubasquero y el teléfono asegurado en una funda contra el agua.

— ¡Viene de camino aquí, Nino! ¡Obtendré las primeras tomas! —la de lentes respondió mientras bajaba los escalones, ignorando a cualquier otra persona.

—Alya no tiene sentido de la auto-preservación ¿No es así? —Nathaniel comentó por lo bajo.

—Nunca la ha tenido, ni cuando el primer akuma que apareció casi hace que un auto la aplaste —Marinette suspiró con resignación mientras accedía al Ladyblog —ni cuando un akuma aspirante a dios egipcio casi la sacrifica para un ritual extraño.

De repente, empezaron a escucharse gritos cerca, al mismo tiempo que la transmisión de Alya empezaba.

—Tal vez deberíamos alejarnos de aquí, mientras aún no pasa el nuevo akumatizado —Félix sugirió, girándose hacia la salida.

—Muy tarde —Marc hizo una mueca, observando la pantalla de Marinette —está justo afuera.

Ellos, junto con un grupo de otros estudiantes, se acercaron a la salida para ver qué estaba pasando.

El akumatizado tenía la estatura promedio de un adolescente, quizás un poco mayor que ellos. Tenía un traje principesco compuesto por colores rojo, blanco y negro, con algunos detalles en dorado aquí y allá; llevaba el pelo medio negro y medio rojo, con dos llamativos mechones que se curvaban sobre su frente, como formando un corazón. Su piel era rosa pálida y los ojos rojos tenían pupilas negras en forma de corazón. Llevaba una rosa blanca que parecía salpicada de alguna sustancia roja en el saco cruzado, botas negras y altas con un símbolo de corazón doble debajo de las rodillas, una corona dorada sobre el lado negro de su cabello, similar al dije en su corbata de lazo y al arete en la oreja izquierda. Para completar, llevaba un cetro, en cada extremo lucía una rosa blanca salpicada de rojo encerrada en una corona; de nuevo, una mitad era roja y la otra negra.

 Para completar, llevaba un cetro, en cada extremo lucía una rosa blanca salpicada de rojo encerrada en una corona; de nuevo, una mitad era roja y la otra negra

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Un baile para El Día de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora