16. Momentos tranquilos

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En el camino de regreso a la escuela parecían personas completamente diferentes.

No era solo el hecho de que no se soltaron en todo el trayecto. Marinette lucía tranquila y relajada, y hablaba con una suave sonrisa perpetua mientras platicaba amenamente con Félix sobre distintas cosas, por ejemplo, los materiales y detalles tras el vestido de Aurore.
A cambio, el inglés le platicó sobre el trabajo de su madre, como CEO de una productora cinematográfica.

—Suena muy ocupado —comentó Marinette.

—El inicio es lo más ocupado —coincidió el rubio —La planeación, los castings, decidir quiénes trabajan en la banda sonora, la distribución de presupuesto, la elección de escenarios y obtener los permisos... durante la grabación es mucho más suave para ella... Luego llega la postproducción y vuelve a estar muy ocupada —se encogió ligeramente de hombros.

Marinette tarareó en entendimiento —bueno, en ese caso, dile que ponga una fecha en que no esté tan ocupada y con gusto iré a presentarme.

Félix casi había olvidado el tema. Asintió con la cabeza mientras escuchaba la campanilla al abrir la puerta y la dejaba pasar primero —se lo haré saber.

Los entraron en la panadería para recuperar sus cosas. Afortunadamente, ya estaba más desocupada.

— ¿Madame Cheng? —Félix llamó la atención de la mujer mientras le pasaba a Marinette su mochila.

La mayor lo miró con su sonrisa habitual — ¿Sí, querido?

—Eh- —Félix titubeó, sin acostumbrarse a la gentileza perpetua de la mujer asiática —el otro día noté que hacen tarta de manzana ¿Cierto?

Sabine le dio una sonrisa divertida —desde luego ¿Quieres una rebanada para el postre?

Marinette se rió entre dientes cuando Félix carraspeó —Uh, no. En realidad, me preguntaba si podía encargar una completa para el final de las clases. Para llevar.

—Por supuesto que sí, querido. Estará lista cuando regresen —Sabine se acercó y colocó un beso en el cabello de su hija —ahora, dense prisa o llegarán tarde a clase —cariñosamente los empujó hacia la puerta.

Félix parpadeó como un búho, realmente inseguro de cómo tomar el comportamiento de la mujer. Marinette simplemente se rió mientras cruzaban la calle hacia la escuela — ¿Tarta de manzana para la hora del té? —se burló ella.

—Es la favorita de mi madre —respondió honestamente —cuando le mencioné dónde almorcé los primeros días, prometí llevarle algo.

Marinette sonrió, absolutamente enternecida —sin intención de sonar presumida, estoy segura que le va a encantar.

Félix resopló divertido y, Marinette notó, había una pequeña curva en sus labios.

.

Esta vez, cuando entraron de regreso en la escuela, Félix estaba un poco más cauteloso que días atrás. Echó un vistazo disimulado a su alrededor mientras Marinette volvía a colocarse la chaqueta encima.
Después del pequeño truco de Rossi sobre la estúpida carpeta y la vigilancia en la hora antes del almuerzo, Félix no iba a volver a ser tomado por sorpresa, muchas gracias.

La oji-azul saludó a Marc, Nathaniel y una chica de cabello corto que Félix no conocía, con un gesto de la mano, mientras caminaban hacia su salón.
Para cuando entraron, había alrededor de tres cuartos de sus compañeros ya ahí, rodeando a Rossi en su escritorio.
Adrien, notó Félix, lucía como una mezcla de frustración y resignación mientras apoyaba la cabeza en una mano, y tenía los párpados a medio caer.

Un baile para El Día de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora