25. Un invitado más

2.8K 238 115
                                    


No he podido esperarme al domingo para ver Gabriel Agreste. Sorry.
Pero me lo veré en estreno así que pueden comentar sus opiniones, que no serán spoliers para mí, y les daré mi propia opinión la próxima semana.

~∆~

Las clases terminaron sin pena ni gloria. Al menos, pensó Marinette, no hubo más menciones a la supuesta amenaza hacia Lila, no dirigidas contra ella, al menos.

Mientras ella se dirigía a las escaleras hacia el patio, se despidió de Aurore y Mireille, quienes se apresuraron fuera de la escuela para llegar a la televisora, pues tenían trabajo esa tarde.
Justo antes de bajar, Rose preguntó si no iba a pasar por el club de arte, ya que ella y Juleka parecían dirigirse hacia allá, pero Marinette negó con la cabeza.

—Hoy no, chicas, estoy muy cansada —explicó, con un intento de sonrisa.

La pequeña rubia se acercó y la abrazó —asegúrate de relajarte y descansar entonces —le dijo antes de soltarla para tomar el brazo de Juleka y volverse hacia su salón de destino. La gótica se despidió con la mano y una suave sonrisa.

— ¿Estás en un club? —le preguntó Félix a su lado.

Marinette le explicó que el aula 33 era, como, el mejor lugar de la escuela. El profesor Montalain aceptaba a sus alumnos en cualquier momento antes y después del horario de clase, y cuando tenían tiempo libre entre ellas. Siempre cuidaba tener un ambiente agradable y sano, y los alentaba a todos a trabajar en cualquier tipo de habilidad artística que tuvieran.

También era una ventaja que Lila no pueda entrar allí. Marinette no tenía ninguna constancia de las habilidades -o falta de ellas- artísticas de Lila pero, tomando en cuenta cómo hacia lo posible porque otros hicieran sus deberes por ella, o salir impune con los profesores, Marinette no cree que Lila se dedicaría a un proyecto artístico ni para salvar su vida.

Félix asintió a su explicación justo cuando Adrien pasó corriendo, probablemente huyendo de las garras de Rossi, si le preguntaban a su primo.

—Cuanta prisa. ¿Te viene persiguiendo el diablo, primo? —se burló el británico, haciendo referencia a su charla de hace dos días.

Adrien lo reconoció y le frunció el ceño pero, antes de que pudiera decir una palabra, los tres se detuvieron en seco y se estremecieron cuando la fría brisa los golpeó.
No lo habían notado dentro del salón de clase, pero el viento corría con algo de fuerza y en corrientes un poco más frías de lo que uno esperaría del inicio de otoño.

—Vaya clima —Marinette, se estremeció con más fuerza que los chicos, más lenta en adaptarse al frío repentino, y se abrazó a sí misma después de acomodar su bufanda.

De la nada, una suave y cómoda calidez se asentó sobre su cabeza, hombros y espalda, además de un agradable aroma muy tenue —deberías empezar a traer una chaqueta, por si acaso —le dijo una voz a sus espaldas. Vio, frente a ella, a Félix lanzar una mirada indiferente y a Adrien animarse ligeramente —no queremos que te enfermes ¿Cierto, ma-ma-marinette?

La oji-azul hizo un sonido de queja y un puchero ante el desafortunado apodo. Eso no le impidió girarse y saludar con una hermosa sonrisa al chico que le había puesto su sudadera con capucha —Hola, Luka —inmediatamente se movió para abrazarlo. Luka era cálido y ella tomaría cualquier fuente de calor que pudiera obtener ahora mismo.

Luka la recibió de buen agrado, rodeándole la espalda con sus brazos, con una mirada suave.

—Es bueno verte, Luka —saludó también Adrien.

Un baile para El Día de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora