22. Demostraciones e Invitaciones

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Cuando Adrien alcanzó a Félix, cerca de los baños, encontró al chico con sus manos cubiertas entre las más pequeñas de Marinette y sintió un repentino vuelco en el estómago ante la vista, que realmente no se esperaría.

¿Qué está pasando con esos dos?

Cuando se acercó un poco más, se dio cuenta de que Marinette estaba guiando a Félix a través de ejercicios de respiración. Su primo simplemente estaba de pie, con los ojos cerrados y los hombros cada vez menos tensos mientras la oji-azul le hablaba suavemente.

—Lo estás haciendo muy bien, Félix —ella decía, suave y despacio, como una canción de cuna —suelta el aire despacio y mantén en tu mente cosas que te hacen sentir tranquilo y relajado... Respira profundo de nuevo, eso es. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete. Suelta el aire.

Después de eso, Félix abrió los ojos. Le dedicó a Marinette una de las miradas más suaves que Adrien había visto en su rostro, como agradecimiento, y asintió levemente mientras Marinette le soltaba las manos, correspondiendo con su propia hermosa sonrisa.

De repente, Adrien sintió que no había visto a Marinette sonreír así en mucho tiempo.

Cuando se acercó a ellos, fue recibido con una mirada plana de su primo y con Marinette dándole nada más que una mirada rápida antes de mirar a otro lado —hay que apresurarnos o se nos hará tarde —murmuró la chica, antes de dirigirse al baño.

Sintiéndose incómodo con toda la tensión, incluso después de que Marinette se fuera, Adrien guio en silencio a su primo hacia los vestidores, y ambos se cambiaron por ropa deportiva antes de unirse al resto de la clase en el patio. Marinette los alcanzó un minuto después, con una sudadera rosa, pantalones jogger negros y tenis blanco con rosa; su cabello había sido recogido en una sola coleta y aún parecía luchar con la somnolencia.

El profesor D'Argencourt usualmente los llevaba al Parc des Princesses para hacer ejercicios. Hoy, sin embargo, había muchos tapetes de yoga cubriendo una parte del patio de la escuela; el resto estaba configurado en un circuito de carreras cuadrado, con un cajón de salto piramidal justo antes de la marca de salida/meta, tres vallas con una distancia aproximada de un metro y medio y un par de colchonetas, dónde seguramente tendrían que hacer vueltas de carro o alguna pirueta.

No hace falta decir que la mayor parte de la clase se quejó en cuanto vio la configuración para la clase.

El profesor esgrimista aplaudió con fuerza para llamar la atención, ignorando deliberadamente las quejas de los adolescentes —reúnanse en parejas para trabajar en los calentamientos.

Juleka y Rosita se tomaron de las manos instantáneamente. Mylene y Alix se juntaron, desde que tenían una altura similar, igual que Kim e Iván, Nathaniel y Max. Chloé y Sabrina habían desaparecido a Dios sabe dónde.

D'Argencourt frunció el ceño al ver a la presidenta de la clase entre uno de sus esgrimistas más destacados y el alumno nuevo — ¿Faltan estudiantes?

Marinette afirmó con la cabeza —Lila Rossi está en la enfermería. Madame Bustier le pidió a Nino Lahiffe y a Alya Césaire que la llevaran, señor.

El hombre frunció el ceño al escuchar el primer nombre. Esa muchacha había estado ausente durante meses y casi siempre tenía una excusa para no presentar su clase. Se lo había mencionado al director en una reunión, pero el hombre no le había dado mayor importancia, citando alguna discapacidad de la chica, por la que no podían reprenderla.

—Trabajen los tres. Ahora, calentamiento.

Marinette miró nerviosamente a lado y lado, sintiendo los remanentes de incomodidad entre los dos primos. Sin tener idea de qué más hacer, se sentó sobre los tapetes de yoga y extendió las piernas frente a ella para concentrarse en sus estiramientos.

Un baile para El Día de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora