23. De momentos suaves y planes

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Antes de empezar, solo tengo una cosa que decir. Hayan visto, o no, Glaciator 2.
Marinette llamando la atención de Chat, diciendo "¡Chat Noir! ¡Gatito, gatito, gatito!" (minou, minou, minou) me da la vida entera, absolutamente. Apuesto a que en el doblaje lo pondrán "aquí gatito, gatito"

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Muchos estudiantes salieron a ríos de la escuela, mientras que otros se apresuraban a la cafetería para conseguir algo de comer antes de retirarse a los rincones más tranquilos para tomar una siesta incómoda pero necesaria.

— ¿Vienes? —Marinette le preguntó a Félix, después de que Adrien fuera recogido por su guardaespaldas y el resto de su pequeño grupo se marchara también.

—Tú oferta es especialmente agradecida hoy —respondió el otro, luchando por reprimir un bostezo.

Marinette se hubiera reído si hubiera tenido la energía. Tal como estaba, a duras penas se acordó de comprobar el semáforo antes de cruzar la calle.

La panadería ya estaba a reventar, con todos los clientes, sin excepción, pidiendo la taza más grande de cualquier tipo de café que prefirieran, como acompañante de su compra.

Marinette, muy sabiamente, decidió entrar por la puerta del edificio y enviar un mensaje al teléfono de sus padres, para hacerles saber que ya estaba en casa.

Ambos colgaron sus mochilas en una silla y Marinette sacó un solo plato, antes de revisar que había preparado su madre para el almuerzo.

Sopa de wonton y, por el aroma, parecían rellenos de mariscos.

Gracias Maman.

— ¿Tú no piensas comer? —Félix frunció el ceño cuando ella colocó un plato base frente a él, dónde probablemente colocaría el tazón de sopa.

La cual, por cierto, olía celestial.

—Pensaba darme un baño antes, para cambiarme la ropa de deportes —explicó la chica, revolviendo suavemente la sopa con un par de palillos.

—Te espero, entonces.

Marinette se giró para darle una mirada exasperada pero cariñosa —de verdad no tienes que hacerlo Félix. Comeré en cuanto me haya cambiado.

El rubio se cruzó de brazos —sería descortés no hacerlo —insistió, antes de desviar la mirada y murmurar —por no hablar de incómodo.

Marinette rodó los ojos, pero se rió entre dientes —si te vas a poner así... ¿No quieres tomar un baño también?

Félix se sintió como en esos programas de televisión donde una escena inesperada era acompañada por el infaltable sonido de un disco rayado. Él la miró con sus ojos verde-oscuro ensanchados, como un ciervo atrapado ante los faros —uh, lo siento ¿Qué?

Marinette apagó la estufa para que la sopa no se secara y luego empezó a soltarse la coleta —me das la impresión de ser el tipo de persona que no le gusta cambiarse de ropa sin tomar un baño —explicó. Ella misma era así.

—...No estarías equivocada —concedió el chico, hablando despacio y cauteloso.

—Bueno, en ese caso, si quieres —enfatizó —puedes usar el baño del pasillo mientras yo ocupo el de mis padres —Marinette salió de la cocina mientras deslizaba distraídamente sus dedos por entre su cabello.

Félix no pudo evitar seguir el movimiento de sus dedos. Los mechones densos y oscuros se curvaban alrededor del rostro y sobre los hombros de Marinette con delicadeza.

El rubio recordó haberse preguntado cómo lucirá ella con diferentes peinados cuando vio el vestido de Aurore.

Damn, she is pretty.
(Maldita sea, ella es bonita)

Un baile para El Día de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora