28. Picnic a dos bandos

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Marc estaba revisando su flequillo frente al espejo en su habitación por, quizás, quinta vez cuando escuchó la puerta principal abrirse.
Esa debía ser su madre, sin embargo, alcanzó a oír el murmullo de otra voz junto a la de ella, así que se dirigió escaleras abajo.

Casi tropezó en los últimos escalones cuando vio un cabello rojo muy familiar sobre un par de bolsas de papel.

—Ah, cariño, ahí estás ¿Puedes ayudar a guardar las compras antes de que se vayan? —su madre le dijo, las varias bolsas se colocaban en la encimera de la cocina, ajena al pequeño colapso interno que estaba teniendo su único hijo —me encontré con Nathaniel dos cuadras atrás y muy gentil me ayudó a cargarlas —siguió diciendo mientras se sacudía las manos antes de acomodar su cabello gris oscuro en el recogido medio deshecho que llevaba atado con un listón verde neón.

El pelirrojo mencionado se ruborizó ligeramente, llevándose una mano a la parte posterior de su cabello. Sus ojos aguamarina miraron a Marc de reojo antes de apartar la vista —no fue nada, en verdad, señora Anciel.

—Ya te he dicho que puedes llamarme Bernadette, Nathaniel, querido —lo regañó suavemente la mujer de ojos pardos y pelo gris oscuro, dándole una palmada distraída al pelirrojo. De nuevo, ignorando el cortocircuito que estaba dándole a su hijo.

Marc abrió y cerró la boca un par de veces, su mano izquierda apretando el barandal de la escalera tanto que sus dedos palidecieron —tú- eh... N-no dijiste que ibas a comprar tantas cosas —logró decir, después de unos segundos de parecer un pez fuera del agua —t-te hubiera acompañado, mamá.

—Oh, no pensaba hacerlo —explicó la mujer, moviéndose por la cocina. Nathaniel se hizo a un lado para no estorbar y Marc finalmente logró coordinar sus dos pies con su cerebro para acercarse y ayudar a ordenar todo —pero encontré este pequeño mercado al aire libre y no pude resistirme.

Marc sonrió con cariño a su madre mientras sacaba cosas de las bolsas para luego guardarlas, luego le dirigió una mirada agradecida a su compañero creativo y deletreó un gracias mudo, haciendo que Nathaniel se sonrojara levemente al devolverle la sonrisa.

~∆~

—Lamento haberte hecho venir hasta acá, Aurore —Mireille se disculpó con su amiga mientras ambas caminaban por los pasillos del edificio TVi, la más baja tenía algunas carpetas en mano —fui una despistada.

—A veces tienes tus momentos atolondrada —se rió la rubia, sin burla real detrás de sus palabras, mientras le daba un suave empujón a su amiga —pero, oye, cualquier cosa por esas notas. Realmente necesito subir mi promedio en historia —suspiró dramáticamente, llevándose el dorso de la mano, que no sostenía su inseparable sombrilla, a la frente —es la única cosa que me falta este fin de semana. Terminaré con eso después del picnic.

Mireille le sonrió a su compañera, luego de dejar escapar una risilla entre dientes, antes de que algunas exclamaciones llamaran la atención de ambas presentadoras adolescentes.

Justo en el lobby había un grupo de adolescentes, no mucho mayores que ellas, pasantes en diferentes dependencias que estaban viendo un video en una laptop.

El par de chicas notaron fácilmente el diseño del Ladyblog.

— ¿Hay una batalla akuma? —Mireille preguntó, preocupada.

Aurore inmediatamente estaba comprobando su teléfono —Imposible, tu alarma tampoco sonó ¿No?

Mireille sacó su celular también, comprobando la alarma, la sección de noticias y, por último, el Ladyblog. Todo parecía en orden —no parece que haya nada.

Un baile para El Día de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora