57. Anticipación

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A medida que pasaban las primeras horas de escuela, fue muy fácil para Félix darse cuenta que la mente de Marinette estaba en cualquier lugar menos en las clases.

Por momentos, parecía muy concentrada en su cuaderno. Luego, de la nada, volteaba a ver por la ventana con una expresión nublada. A veces, simplemente tenía la mirada al frente, pero claramente su atención no estaba en el mismo lugar. Y, en algún que otro momento, revisaba su teléfono por unos instantes.

Lo tortuoso de todo el asunto era cuando se mordía el labio inferior junto con cualquiera de las acciones anteriores.
Ese día estaba llevando un labial matizado, apenas unos pocos tonos más oscuros que el color natural de sus labios, que Félix se encontró admirando un par o dos veces.

Y no es que Marinette fuera la única que no estaba prestando atención en clase. No es que Bustier se diera cuenta.
Félix podía aceptar que la mujer era decente en la enseñanza, no obstante, su manejo de grupo dejaba muchísimo que desear.

El británico ya había visto a su primo volteando, en repetidas ocasiones, para mirar a su mesa. Más específicamente a Marinette, pero también a él, cuando pensaba que el otro no se daba cuenta, de forma casi... ¿Cautelosa? Félix no estaba seguro de cómo describirlo aún. Lo que sí sabía era que estaban pasando varias cosas pequeñas a su alrededor y quería resolver cómo encajaban unas con otras.

Rossi, obviamente, se había dado cuenta de la atención de Adrien hacia la mesa posterior del salón, y estaba haciendo lo posible por cambiar eso; murmurando quién sabe qué tonterías por debajo de la voz de Bustier y estirando la mano para tocarle el pelo y los hombros.

Félix sentiría pena por su primo si él mismo no hubiera buscado estar en esa posición. Adrien no sabía poner límites, ni ser firme, y ahí estaban las consecuencias claras como el sol de verano.

Casi terminando la segunda clase, Félix decidió arriesgarse y echar un vistazo a lo que tenía a su pretendida tan distraída y concentrada a la vez.
El cuaderno de ella estaba abierto de par en par sobre la mesa, y se sentaban lo suficientemente juntos como para que no se viera entrometido.

Sus ojos se abrieron ligeramente por la impresión.

Entre las dos páginas exhibidas habían, al menos cinco vestidos diferentes, y un sexto en el que Marinette estaba trabajando actualmente.
Todos tenían cortes, siluetas, largos y accesorios diferentes, no obstante, todos parecían armonizar en un solo tema.

Flores en primavera.

Múltiples tonalidades de rojo y rosa, incluso coral y algunos destellos de amarillo y naranja, resaltando sobre verdes brillantes y vivaces. Enredaderas, espinas y hojas. Toques de oro. Parches de blanco puro.

Todo gritaba vida y naturaleza.

El último vestido, sin embargo, era completamente diferente, y aun así conservaba un toque de similitud.

Un baile para El Día de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora