CAPÍTULO V

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-¡Espera! ¡Por favor, un momento!- corrí lo más rápido que pude para detener el ascensor. Mi noche no había sido la mejor, por lo que mi mañana tampoco. Tuve poco tiempo de organizarme y ni siquiera pude organizar los documentos, además de que iba a llegar tarde. Mi jefa iba a matarme. Unas manos detuvieron las puertas y trate de recuperar la respiración- Gracias.

-No es nada, bella- levanté la cabeza de inmediato, conocía ese acento, también francés pero más marcado que el de Kamille- Hola, buenos días.

-Hola Eric- en ese momento parecía una buena idea el dejar ir al ascensor, pero tenía que llegar rápido a trabajar, así que subí con él.

-Lamento lo que pasó ayer, no sabia que tú y...

-No quiero hablar de eso- levanté la mano y escuché un fuerte suspiro de su parte mientras el ascensor avanzaba.

-¿Por qué te empeñas en verme como un enemigo? Soy alguien bueno- me miró y se acercó a mi.

-¿Y tú porque te empeñas en verme como alguien heterosexual?- lo miré de vuelta y sonrió. Eric era atractivo, el sueño de cualquier mujer en cuanto a los físico: Alto, moreno, ojos grises, millonario y Francés. Un adonis. Pero mentalmente era otra cosa, ¿como es la palabra? Eso, si: Decepcion.

-Solo necesito una oportunidad, y veras- levantó una ceja poniendo su brazo en mi cintura. El acento de Eric era diferente al de Adrien y Kamille, el de mi casi acosador era mucho más marcado, irónicamente, ya que él llevaba mucho más tiempo aquí que ella. Aunque no dudo que ella aprendiera mejor español- Verónica, no te hagas la difícil- me apretó un poco más, dándome un beso corto y las puertas se abrieron.

No era suficiente llegar tarde y desordenada, no. Kamille tenía que verme con nuestro rival en el ascensor mientras él me daba un beso. Genial. Gracias Universo.

-Gonzales, deje de tontear, y si lo va a hacer deme los documentos- extendió la mano y deposité en ella las carpetas que traía, soltándome del agarre de Eric con rapidez sin tener tiempo de procesar o responder nada- A trabajar.

-Le quitas la diversión a la vida, Kamille- lo miró con seriedad para dar media vuelta y marcharse, yo seguí su camino sin mirar a Eric.

-Yo no estaba... no es lo que parece- intenté excusarme pero a ella poco le importo. Ignoró por completo lo que dije y entró al lugar donde ya estaba Susana.

No tuve más opción que sentarme derrotada y recibir los últimos documentos. Kamille recogió los míos y los de Susana y salió del lugar, supongo que a su oficina, o a la cafetería.

Descubrí en cuanto salió el peso que tenía su presencia. El cómo se sentía cuando ella estaba y él como cambio tan drásticamente el ambiente cuando se fue. La sala quedó en completo silencio y mi presencia o la de Susana, no parecía suficiente para hacer parecer esto un sitio cómodo, o fuerte. No como cuando estaba ella.

Me concentré en la pantalla del aparato hasta un par de horas después, cuando la puerta se abrió y la poderosa presencia de mi jefa volvió a abordarme.

-Gonzales, a mi oficina- cerró la puerta de inmediato y bufé apoyando mi cabeza en mis brazos.

-Buena suerte, Verónica- Susana habló por primera vez en el día.

-La necesitaré, gracias- me levanté resignada y me preparé mentalmente para enfrentarla de nuevo. Nunca pensé que pasaría de verla a metros a tener contacto directo con ella tantas veces en el día. El mundo era un pañuelo, dijo tantas veces mi padre y jamás le hice caso. Nunca volvería a ignorar sus sabias frases.

-¡Ey! Mademoiselle (señorita)- Adrien me interceptó en el camino dándome dos besos- ¿tienes tiempo para mi?

-Ahora no, hay una nueva Dupont que roba toda mi atención- entrecerré los ojos y Adrien rio.

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora