Cuando la brisa de la noche me rodeó los hombros desnudos, sentí que había sido una pésima idea hacerle caso a Eric que en el hotel me convenció de venir a la cena con Kamille, y además convenció a Paula de que ella y yo debíamos hablar sí o sí. Me moví en el departamento de Eric con nerviosismo mientras Kamille llegaba. Él había dejado todo listo, e incluso compró la comida. Aquella noche, aquella cena a la que Adrien no pudo asistir y que significó un acercamiento para ambas vino a mi y sonreí. Escuché movimiento en la puerta y corrí hasta la habitación de Eric con el alma en la mano. Sabía que Kamille tendría llave para entrar, sabía que Eric me había dado tiempo de llegar y que ella se encontrara sola. Estaba arreglando todo para que habláramos, pero no quería ilusionarme del todo. No sabía si Kamille querría hablar sobre eso, y me dolería mucho más que ella lo evitara. O aún peor, que sean ilusiones de nuevo.
-¡Eric!- escuché su voz retumbar en las paredes y me comencé a mover de un lado a otro sin poder retener los nervios- ¡Eric! Maldita sea- suspiré y me convencí de salir. Me detuve a su espalda viendo como tecleaba su celular- Oh, no puede ser- Movió su pie con insisitencia- Si me has hecho venir para nada yo...
-Eric no ve a venir- se giró alarmada hacia mi y bajo su celular lentamente. Miró al rededor y luego volvió a mi.
-¿Qué haces aquí?- me miró mal y bufó- Lo que me faltaba.
-Tenemos que hablar- me acerqué a ella, aparentando seguridad.
-No, Verónica, tú y yo no tenemos nada de que hablar- caminó a la puerta pero la detuve.
-Si, debemos hablar. Tú debes hablar- se alejó de mi.
-¿Debo hablar? ¿De qué debo hablar?- frunció el ceño.
-La razón por la que me despediste- se alejó de mi con una sonrisa.
-Por favor.
-La razón por la que me sacaste de tu vida en cuanto fuiste jefa- continué hablando bajo su mirada que me ponía más nerviosa de lo que estaba.
-Pasó más de un año- me encogí de hombros.
-Has guardado silencio desde entonces. Jamás me explicaste.
-Yo no te debía explicaciones- me cortó de inmediato y asentí. Si a Isabella era difícil sacarle información a Kamille era casi misión imposible hacer que hablara o confesara cosas. Ella sabía como evitar hablar, y sabía como guardar bien los secretos. Cosa que en vez de chocarme, me parecía mucho más atractivo en ella.
-Eres una cobarde- le solté enojada, e intentando usar un poco la psicología inversa.
-Eso ya lo sabías.
-Mentirosa, me has mentido... incluso mentiste sobre la mentira, y eso ni siquiera tiene sentido pero lo hiciste. Me has ocultado cosas, cosas sobre...
-Ya basta, esto no tiene sentido. Para de hablar- levantó su mano, pero bajó sus ojos a mi boca. Mis piernas temblaron. Pero me concentré porque no era momento de flaquear.
-No, no lo haré. Porque quiero saber. Merezco saber porqué me trataste como lo hiciste. Si jamás importé, si sólo fui una carta tuya para llegar a donde estás, pudiste decírmelo- elevé el tono de voz bajó su mirada inexpresiva- ¿Por que esperaste tanto para eso? ¿Por que tenía que enterarme así de todo?- se quedó callada y negó con la cabeza. Así que insistí.- Egoísta. Lo único que te importa eres tú misma, lo único que te interesó fue ser jefa. ¿Para qué? Para que tu tío te mintiera, jugara sucio y te hiciera asumir el cargo con mil cosas encima y...
-No, Verónica- su mandíbula e tensó un poco- A mi no me engañaron. Mi tío no me mintió, yo sabía que la editorial tenía problemas. Yo sabía en que condiciones aceptaría el cargo- pestañee sin saber que decir y fruncí el ceño, suspirando y gritando con su mirada el error que había cometido al hablar.
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DE CAFÉ A TI
RomansaUna de las cosas que más increíble me parecía de la vida, o tal vez del destino, era lo difícil y caprichosa que podía volverse. Me robaba sonrisas y me robó el motivo de ellas. Me entregaba tristeza y dolor, cuando estaba en máximo punto de felicid...