CAPÍTULO IV

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El silencio siempre me había parecido incómodo, no tanto como el decir incoherencias buscando llenar ese vacío, pero siempre era incómodo, aunque si soy sincera en este caso no sé que parecía peor: si seguir en el silencio más incómodo que pasé o decir cualquier cosa y ser tachada como estúpida. Tema que a mi me preocupaba mucho y que a Kamille no parecía importarle en lo más mínimo, ya que desde que llegó a la oficina se centró en leer y desechar un papel tras otro de los que leía mientras claro, tomaba café que fuese probablemente hecho por mi hermana. Mi mirada no podía despegarse de ella aunque me lo propusiera. Miraba sus manos, su cabello y el final de la cascada rubia a mitad de su brazo. Luego reparaba el lugar de trabajo que nos había asignado Pierre, pero por mucho que detallara el florero o el cuadro, siempre volvía a verla a ella. La buscaba en todo momento y no me cansaba de verla, Kamille tenía ese atractivo adictivo como una droga.

-¿Por qué levantó la mano?- levantó su vista y yo desvié la mía con rapidez evitando que notara que la veía, en la acción un calor en las mejillas me tomó por imprevisto. ¿Pero qué? Me incorporé en mi lugar buscando la seguridad que había perdido de repente- ¿No me va a responder, Gonzales?

-Yo Bue

-Buenos días, señorita Dupont, lamento el retraso. El tráfico es una pesadilla- Solté un suspiro sabía que había sido salvada por la buena Susana- Ey, Verónica. ¿Cómo sigues de tu brazo?

-Maravillosamente- me crucé de brazos con una sonrisa. Susana, que no desempeñaba un papel de editora en la empresa, asintió. Tenía entendido que ella debía ser la secretaria y asistente de Kamille, sin embargo a la poca disposición que tenían los demás editores de ser parte del equipo de Kamille, ella quedó escogida y por fin podrá ejercer la literatura.

-Bien, bienvenidas a ambas- Kamille se levantó del escritorio donde estaba y nos miró- les agradezco ser parte de este equipo, un poco forzado- recostó su cuerpo en el escritorio. Lo bien que le quedaba ese pantalón, esa camisa, esos zapatos, Su imagen era limpia y fuerte- El objetivo principal es encontrar talentos, escritores estrella que levanten las ventas y el orgullo de esta editorial. Escritores nuevos. No quiero nada antiguo. Eric está en contra mío y por lo tanto reciclo a escritores anteriores, y si algo he aprendido es que no vas a recuperar la estabilidad en el mismo lugar en el que la pediste, ¿entienden?- Ambas asentimos y Kamille nos dio la lista de escritores que ella consideraba de buena calidad, para que nos contactáramos con ellos y pidiéramos escritos que después calificaríamos. Los mejores tres se quedaban.

El resto de la mañana estuve enviando y recibiendo correos con textos de prueba que calificaría después, eso y claro, observar de manera obsesiva, clandestina e intensa a mi jefa que tecleaba cosas en el computador sin parar.

Parecía y se sentía como Satanás, pero físicamente se veía como un maldito ángel.

**

-¿Por qué decidiste levantar la mano y ser parte de su equipo por voluntad?- Susana comenzó a hablar en cuanto cerró la puerta del lugar a nuestras espaldas. ¿Tan extraño era que lo haya hecho?

-Es algo que aun me pregunto- sonreí evitando confesar que fue por Adrien, porque en el fondo sentía que no había sido por él.

-Sea por lo que sea, me alegra tenerte de compañera- pasó su brazo por mis hombros y caminamos juntas a la cafetería.

-Pensé que no te caía bien- la miré extrañada.

-Tu le caes bien a todos, Gonzales- me reí.

-¡Traidora! ¡Eres una traidora!- Un cuerpo masculino me detuvo y suspiré.

No podía estar pasando esto.

-Oh, bueno. Creo que no a todos.

-Felipe, por favor, estás haciendo un escándalo

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora