CAPÍTULO LVII

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Las mañanas en París eran un tanto cálidas, aunque no del todo, el clima era mucho ms cómodo que el del atardecer, eso era reconfortante. Suspiré y recosté mi cabeza en la camioneta que se metió en el estacionamiento de la editorial y se detuvo. Cuando me bajé, el chófer me recordó la hora en la que pasaría a buscarme y asentí bajandome y viéndolo marchar.

Bufé y camine hasta al ascensor arrastrando mis pasos y queriendo estar en cualquier lugar menos aquí. Cuando el ascensor llegó, llegó también Kamille a mi lado, oh genial. Mi día no había comenzado bien del todo, y el tenerla aquí, lo hacía peor. Las puertas se cerraron y el silencio y la tensión invadió el lugar por completo. La respiración de Kamille era pausada y sus manos estaban en su bolso. Mi pulsaciones eran anormales, rápidas. Pero no la miré en ningún momento, ni ella a mi. Las puertas se abrieron y Scarlett esperaba a Kamille al pie del ascensor. Abrió la boca para recibirla pero al mirarme su expresión fue de sorpresa y miró a su amiga buscando respuestas. Alejé mi cuerpo de la pared del ascensor y salí al mismo tiempo que Kamille chocando con ella pero pasando de largo sin, si quiera, ofrecerle una disculpa.

Si yo no merecía una despedida en persona, ella tampoco una maldita disculpa.

No guardes rencor, Verónica. No guardes rencor.

-Buenos días- Isabella me recibió unos metros después y me llevó a la que sería mi pequeña oficina- este será tu pequeño lugar de escritura, pedí que tuviese esa ventana transparente para que te ayudara con la inspiración porque lo necesitas, y yo necesito ideas, ideas concretas y claras de lo que será tu próximo libro- asentí y me moví en la silla dejando mi saco detrás y ella me miró- En la tarde tendrás una rueda de prensa, tu turno será de 3:00 a 3:30, ¿esta bien?

-Si, Isabella.

-Éxitos, Linda- me guiñó el ojo y cerró la puerta. Suspiré y miré la hoja, el bolígrafo y el computador frente a mi y sin evitar el encuentro con Kamille llegó a mi cabeza. Tal vez lo malo de estar en esta editorial, es que ahora era su editorial. Textee un par de minutos con Olivia que me contaba de su día, le conté de la entrevista y dejé el celular a un lado y anoté las ideas que tenía hasta ahora: Ninguna.

Me giré a ver la vista que Isabella me había conseguido de París, agradeciendo en el fondo que lo haya hecho y que me tuviese todavía demasiada paciencia. Por el éxito de "París" la ausencia de un segundo libro no había sido tan notoria, pero habían pasado mas de seis meses de su lanzamiento, casi 9, y ya era necesario un segundo libro, lo había sido hace mucho pero Isabella jamás quiso presionarme.

La puerta se abrió de golpe y salté en la silla, mirando de frente y encontrándome con los ojos grises de Eric y su sonrisa pícara.

-¿Que diablos te pasa?

-Así que estabas en el ascensor con Kamille.

-Ay no me jodas, Eric- hice una mueca de disgusto que él miró con sorpresa- Lo siento, estoy... un poco frustrada.

-¿Por qué llegaste con Kamille?- se recostó en la silla.

-Porque nos encontramos en el ascensor, creeme que lo último que quiero es tenerla cerca- miré al techo- ¿Sobre qué escribo?

-Suerte con eso, y con Kamille- bufé y me incorporé.

-La mujer que me terminó, me despidió y te sacó del closet a nivel nacional, todo en un solo día- Eric suspiró.

-Ella es mi única familia, Verónica. Lo único que me queda y de alguna forma, debo mantenerlo. Además, creo que me lo merecía, fui un poco hijo de puta con ambas, con ella- suspiré.

-Tal vez, pero yo no le debo nada Eric- apoyé mi cuerpo en el escritorio y lo miré. Sus ojos me recorrieron gritando mil cosas, pero su boca no mencionó ninguna. Se quedó callado y asintió.

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora