CAPÍTULO XXIV

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Abrí los ojos con el olor a hospital invadiéndome. Sabía que estaba en uno y odiaba, odiaba esto. Sabía lo que había pasado, o bueno, lo recordaba porque no explicaba realmente que había pasado. Me adapté a la luz y suspiré. Estaba sola en la fría e iluminada habitación. Quería irme a casa. 

-Yo estoy bien ¿Okey? Estoy bien, sólo quiero saber como esta ella

-Kamille, pero que terca eres, por Dios- miré la puerta con confusión, cerrada. ¿Ahora estaba delirando?- ¡Kamille necesito curarte!

-Sólo déjame ver cómo esta- la puerta se abrió de repente y la melena rubia apareció en el vacío. Kamille exahlo con fuerza y recostó su cuerpo, cubierto con una bata de hospital, en el marco de la puerta- Hola, Gonzales- sonreí y ladee mi cabeza.

-Hola, señorita Dupont- Sonrió también, dándome vida.

-¿Ya?- Eliza llegó hasta la puerta y miró mal a Kamille, luego a mi- Ey, ahora que termine con ella vendré a revisarte a ti, ¿esta bien?

-¿A ella? ¿Que tiene?- la miré preocupada.

-No tengo nada.

-No te preocupes. Kamille, ¿será que ahora si puedo revisarte?- Kamille me miró por unos segundos y le reproché con mi mirada, ella bufó.

-Vamos- se reignó y se marchó con Eliza, detrás Scarlett tecleaba su celular.

-Verónica, voy a contactar a tu familia ¿esta bien?- me miró y se fue dejandome realmente confundida por lo que pasó. 

Kamille estaba preocupada por mi. Ella de verdad lo estaba. Ok, estaba volviendo a involucrarme, pero ella me había salvado. Me iba a arrepentir de creer que yo le intereso como creo. Al diablo, ella me había salvado. Se arriesgó por mi y eso no lo hace alguien a quien no le importo. Sonreí y me dejé caer en la almohada, ilusionada y estúpida. 

Minutos después la puerta volvió a abrirse y Eliza entró con una sonrisa.

-Hola- caminó hasta mi y revisó mis latidos y pupilas- tu chica estaba muy preocupada por ti- la miré mal y sonrió.

-Ella no es mi chica. ¿Cómo está?

-Bien, pero tengo otra pregunta para ti ¿Que pasó?- suspiré e hice una mueca- Verónica, Kamille dio la versión de lo que pasó. ¿Caminaste hacia un auto en llamas?

-Eso… Odio el fuego. Tengo un trauma con él por algo que pasó en el pasado, me sentía confundida y perdida. No sé explicarlo- Eliza asintió.

-Esta bien, te enviaré a consulta psicológica.

-¡No! Eliza, estoy bien, yo sólo… No volverá a pasar. No me envíes con un psicólogo.

-Lo siento, verónica. Pero esta vez no estoy en modo de amiga- me miró y suspiré. Terminó de revisarme y se fue después de anotar algunas cosas. No me dio tiempo de procesarlo cuando unos ojos cafés me observaban desde la puerta.

-Vas a ir al psicólogo, quieras o no- cerró la puerta y se sentó a un lado de la camilla.

-No tengo fuerzas para discutir en este momento- suspiró y me miró por unos segundos- Pero debo admitir que entraste al top de las meniores jefas, felicitaciones- sonrió con dulzura.

-Si este era el precio- hizo una mueca de la que me reí yo.

-¿Cómo estás?

-Estoy bien.

-¿Por qué Eliza te revisó?¿Que te pasó?

-¿Para hablar demasiado si tienes fuerzas?- giré los ojos sin saber todavía porque ella odiaba que yo hablara demasiado.

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora