CAPÍTULO XXVI

28.9K 1.4K 1.1K
                                    

Terminé de servir la comida mientras veía a mi padre sacar las copas del estante. Le ayuda con la limpieza ahora que no tendría que ir a la editorial con tanta frecuencia. Mi tiempo libre ahora era más del que esperaba y necesitaba.

-pronto será tu cumpleaños- volteó hacia mi y sonreí.

-Falta un mes para eso, papá- me miró con nostalgia y suspiró.

-Aún recuerdo cuando llegaste a mi vida, tan pequeña y hermosa- sonreí- te amo- me besó la mejilla y subió buscando a mi hermana. Mi padre se volvía sensible cuando mi cumpleaños se acercaba, aunque a mi no me gustara mucho celebrarlo él siempre se las arreglaba para hacer algo por mi.

Era afortunada, así me sentía cuando recordaba que las personas que me rodeaban me hacían sentir amada y feliz. Sabía que no todos tenían esa suerte, y me alegraba ser de la elegidas. Mi teléfono sonó y el nombre de Kamille salió en la pantalla. Desde ayer en la mañana desde que se fue de mi departamento no había llamado, aunque si texteamos, no era lo mismo que escuchar su voz.

-Hola.

-Cena conmigo esta noche- sonreí y negué ante su orden. Hasta para eso era estricta.

-Pídelo, Kamille. Deja de tratarme como tu secretaria- la escuché bufar.

-¿Quieres cenar conmigo esta noche, belle (hermosa)?- un rubor me decoró las mejillas. Vaya que me gustaba que me llamara por apodos franceces.

-Si quiero.

-¿Tanto para aceptar, Verónica?- me reí de su queja.

-Nos vemos esta noche, ¿en un restaurante?

-En tu departamento. Llevaré todo y concinaré para ti, ¿te parece?

-Esta bien, nos vemos.

-Nos vemos, Gonzales.

-Deja de tratarme como tu secretaria, Kamille- volvió a bufar.

-tresor, tresor (tesoro, tesoro)- terminó la llamada y dejé el celular a un lado.
Mi padre y Ainhoa bajaron segundos después y se sentaron en la mesa. Terminé de organizar todo y me senté frente a ellos, miré a mi padre que tenía la mirada perdida. Sabía que seguía pensando en mí cercano cumpleaños.

-¿Cuando vas a invitar a tu jefa a comer?- miré a Ainhoa y sonrió.- Para agradecerle que salvó tu vida, digo. Siempre hay que ser agradecidos, ¿no papá?- mi padre asintió dándole la razón.

-¿Y a Emiliano por traerte?- su sonrisa se borró y me lanzó un pedazo de su carne.

-¡Papá!

-Ya basta, ya basta- se burló parando nuestra guerra- que difíciles que son- le saque la lengua a mi hermana.

-Infantil.

-Estúpida.

-Basta chicas- ambas reímos y continuamos comiendo- Ainhoa es quisquilloza igual que yo y tú, Verponica tan determinada como tu madre- se rió y negó la cabeza. Sonreí y me centre en disfrutar mi momento con ellos.

***

-Es un libro de poemas, básicamente- tomé de la soda que había pedido mientras Paula me miraba.

-¿Algunos dedicados a tu mejor amiga?- me reí.

-Tal vez... el libro tiene una dedictoria especial y sólo tal vez está tu nombre entre ellos- apludió emocionada saltando en la silla y me reí.

-Gracias, gracias.

-A ti, Pau. Completamente a ti- le tomé la mano y sonrió.

-Ya basta que no me harás llorar- me golpeó el brazo y reí.

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora