CAPÍTULO VI

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-No debes matarme, seré la razón principal de tu éxito- miré mal a Paula mientras terminaba de tomar su café.

-Vete a la mierda- la señalé y rió- ¿cómo soluciono esto? Mi jefa quiere que le dé el nombre del creador, y le diré que eres tú.

-Ay, por favor. Más escribe una hormiga que yo. Dile la verdad. Tus escritos y tu talento merecen ser más que archivos olvidados.

-No vamos a hablar de esto otra vez- Paula suspiró y me miró negando con la cabeza.

-De lo único que no quieres hablar es como desperdicias tu vida por miedos.

-Ya basta, Paula.

-Lo último que hubiese querido Alonso para ti es verte de esa forma- cerré los ojos y un vacío se instaló en mi pecho. Una cosa es repetir su nombre en mi mente, y otra diferente que ella lo dijera en voz alta- ¿Dónde quedó la hermana que siempre consideró su héroe? ¿Esa es la imagen que vas a dar?

-Esa hermana se fue con él, no tiene sentido. Nada de lo escribí p escribo tiene sentido. Sólo es eso, papel manchado de una realidad que a fuerzas quiero inventar y que ya no existe- ya estaba levantando la voz.

-¡Deja de culparlo por tu cobardía! Lo mínimo que le debes es vida plena, disfrutar todo lo que él no pudo y cumplir todas las metas que le prometiste. Hay muchas personas que esperan lo mejor de ti, Verónica- señaló a mi hermana atender a una de las mesas- Tuviste tu duelo, y pasó mucho tiempo, es hora de soltarlo y comenzar a vivir por él. Pasó más de un año, y aunque no vas a superarlo, comienza a honrarlo- tomó su café y mantuve la vista gacha hasta que escuché la puerta y supe que se había ido. Genial, lo que me faltaba.

-¿Problemas con Paula?- Ainhoa llegó a mi espalda y asentí- Se solucionarán.

-Espero que si.

-¿Se puede saber por qué?- la miré con tristeza y suspiré- cosas... pequeña, tú tranquila- asintió.

-Está bien- sonrió- ¿Todo bien en la editorial?- carraspeó- con tu...jefa sexy que espiabas todos los días- me reí por la forma en la que lo dijo y golpee su brazo.

-Déjame en paz- la señalé riendo- Pero hablando de eso, tengo que imprimir algunos archivos para entregar el lunes, te veo después.

-¿Cuándo vienes a cenar con nosotros?

-Mañana- asintió y le besé la mejilla saliendo del lugar. Suspiré y acaricié mi nuca. Mi semana anterior había sido intensa de principio a fin y necesitaba llegar a mi cama con urgencia.

Eso, y pensar qué carajos le iba a decir a Kamille mañana respecto al poema, claro. No sabía que era peor, mentirle respecto al creador o decirle que era yo y que creyera que me burlaba de ella. Todo era muy malo. Las opciones positivas estaban agotadas para mi en este último tiempo.

Llegué a mi departamento y como siempre escribí una carta a Alonso. Lo hacía cada día, aunque a veces no sólo sobre mi hermano. Aunque nadie, además de mi, leyera lo que escribía, yo lo seguía haciendo. Era mi escape y más que nada, que alabado sea el amor al arte.

**

Moví mi pie inquieta frente al ascensor esperando que bajara al primer piso. No sabía que iba a decirle. No tenía ni idea cómo iba a explicarlo, no podía pensar una razón válida que no fuese la verdad, pero entonces pensará que la estuve vacilando todo este tiempo. La noche, ni la almohada, ni Morfeo me habían ofrecido una buena solución. Al contrario, con cada minuto que pasaba la decisión de lo que haría se hacía peor.

Tin

Suspiré sabiendo que, Como siempre, decir la verdad siempre parecía ser la mejor opción. Pero cómo me gusta complicarme la vida.

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora