CAPÍTULO VIII

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El lunes cuando llegué a la Editorial el primero en recibirme fue Adrien. Me dijo lo mucho que lamentaba lo que había pasado ya que al parecer le sacó la información a Kamille, y la reprendió. No me alegré, pero no pude evitar sonreír al imaginar esa graciosa escena. El que mi jefa aceptara ser reprendida por su primo me hacía pensar en cuán importante era Adrien para ella.

-Ella te envió disculpas- lo miré sin creerlo- Kamille no es satanás.

-No, es mucho peor- me reí- pero gracias, de verdad. Estoy mucho mejor.

-¿Y si consideras escribir?- ladee la cabeza.

-No comiences como Paula- puse mi mano en su pecho y Adrien me miró.

-Mereces esta oportunidad, las cosas pasan por algo, Vero.

-Sabes porque no lo hago- me miró con tristeza y besó mi frente.

-Y el dolor a vece se convierte en fuerza- me quedé callada por unos segundos.

-Te veo después. Satanás me espera- Adrien se rió y caminé al lugar donde estarían los nuevos escritores de la editorial. Tenía entendido que Susana escogió al restante, debido a que no lo hice yo. Pasé frente al grupo de jóvenes que estaban frente al gran salón y les sonreí con amabilidad. No alcanzaba a imaginar lo difícil que era estar aquí, o aun peor, tener de jefa a Kamille.

-No tengo idea porque no quiere, también leí su poema, es buenísimo- Susana se encogió de hombros y abrí la puerta.

-Buenos días- ambas levantaron la mirada hacia mí, pero la mía se dirigió a la café que me descifraba desde su lugar. Ambas respondieron y me senté en mi lugar, de lado derecho de Kamille. Como si lo que necesitará ahora es estar cerca de ella. Las escritores entraron a las 8:30 exactamente. Todos con sus rostros llenos de ilusiones y sueños. La gran meta de triunfar en su campo. Ese sueño que de alguna forma entendía, pero una valentía que yo no tenía.

-Buenos días a todos, y Bienvenidos al lugar donde brillarán- Kamille señaló los cinco escritorios que estaban frente a nosotras. Las palabras de Kamille, aunque extrañas por ser tan alentadoras, no sonaron como las de me dio Eric. Sus palabras no se escucharon falsas, fueron esperanzadoras. Ella de verdad ponía su empeño en este proyecto, ¿Por qué? ¿Será que Kamille Dupont no era tan egoísta en el fondo?- Ustedes fueron los seleccionados para entrar a esta editorial, lo cual desde ya, los convierte en ganadores- me miró por un par de segundos y subió sus manos a la mesa. Aquí vamos otra vez- Todos están relacionados desde hoy con la editorial, algunos con contratos de 6 meses, 1 año o 4 años, depende el trabajo que hagan- la forma en la que se expresaba frente a todos era admirable, pero mi atención no estaba en ella, sino en sus manos. La forma en que se movían sus manos mientras hablaba, entrelazaba sus dedos y volvía a soltarlos. Estaba acabando conmigo- Su competencia esta al lado del pasillo, y su misión es demostrar su calidad, talento y razones por las que yo, y estas capaces mujeres les escogimos- Ni siquiera noté que me dijo capaz. Yo seguía mirando sus manos, y el cómo la acercó a mi cuando me mencionó. El corazón se me aceleró- Quiero que tengan claro que si están sentados en esos lugares es porque los merecen, porque hay muchos afuera, que quieren y se mueren por sus lugares- suspiré. Ella volvía a hacer alusión a mi- por lo que comenzaremos a trabajar hoy- señaló la caja que ella y Susana revisaban cuando llegué- allí hay computadoras con un numero del uno al cinco, tómenlos y comiencen a trabajar. Iniciaremos con algo fácil, ¿Cómo narrarían ustedes una noticia?- todos se levantaron a tomar los aparatos- Gonzales, ¿puede repartir este material?- me tendió un montón de papeles, que por lo que vi, eran noticias de periódicos viejos. La miré y asentí. Sólo podía asentir. Decir que si a un favor que pareció más orden. Me levanté de la silla con los papeles atrayendo miradas, todas las miradas.

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora