-Buenos días, buenos días Verónica- Susana me sonrió desde donde estaba- Por favor dime que Kamille te dio una idea del nuevo escritor- suspiré y negué con la cabeza- estamos perdidas. El trabajo de semanas enteras se perdió de la peor manera. Le regalamos el trabajo a la competencia. ¡A la competencia!- la miré en silencio sabiendo que podía solucionar su estrés y preocupación. Y también el mío.
-Hagamos un último esfuerzo por encontrar a alguien lo suficientemente bueno, sino tomaremos decisiones drásticas ¿esta bien?
-¿Que significa decisiones drásticas?
-Luego te explico- asintió dudosa y revisó el trabajo que los escritores llevaban hasta el momento. Los libros estaban siendo mejorados y editados por ellos mismos. Cambiaban cosas que les parecían innecesarias aunque después los editores harían un trabajo más profundo en esa tarea.
-Mañana llegará el reemplazo de Adrien, ¿sabías?- la miré y negué. Seguía odiando esa maldita palabra.
Susana siguió con su trabajo y yo continué con el mío. Hasta la hora del almuerzo cuando yo salí antes noté lo duro que me había pegado que la persona que haría el trabajo de mi amigo llegara. No quería ver a nadie ocupar su lugar o hacer su trabajo, que alguien diseñara las portadas cuando era él quien lo hacía. Me senté en una de las mesas buscando el apetito que se me había escapado también, cuando quise levantarme mi celular sonó impidiéndolo.
Sonreí cuando una foto de Kamille y su comida llegó a mi celular.
Siempre fui de hacerle el trabajo fácil a las niñeras
Y así de fácil Kamille Dupont me demostraba que tenía en su control mi vida y mejoró mi día en una cantidad importante. No quería pensar en lo que sentía, porque no tenía importancia. Yo era amiga de Kamille, o bueno, ella era la mía y no quería arruinar lo que me había costado tanto construir con sentimientos estúpidos.
-Hola Verónica- Eric llegó hasta mi y se sentó enfrente con una bandeja en sus manos.
-Hola- me miró fijamente. Era parecido a Adrien, aunque sólo en pequeñas facciones de su rostro. Eran tan diferentes.
-¿Cómo estás? Sé que la partida de mi hermano fue dura para ti, murió en tus brazos, ¿no es así?
-Si, así fue- asintió y me quedé callada evitando que los recuerdos de esa noche llegaran de nuevo a mi.
-Es una pérdida enorme- asentí pero no dije nada. Igual que las palabras de Kamille ayer sonaron realmente sinceras, estas al contrario eran de completa falsedad- ¿Sabes que a mi hermano le gustaría que estuvieses en el equipo ganador?
-¿De qué mierda estas hablando?- lo miré sin creer su indolencia con su propia sangre. Estaba comenzando a enfadarme.
-Verónica, mereces ser reconocida como una ganadora. No soy orgulloso, puedo recibirte aún en mi equipo- tocó mi mano por encima de la mesa pero la aparté de inmediato.
-No venderé mi alma al diablo, gracias.
-Kamille no te valora. Ni siquiera le importan ellos, sino ella misma- giré los ojos.
-Vete a la mierda. Y no vuelvas a intentar usar la memoria de Adrien para chantajearme porque te juro que no te la dejo pasar, Gilipollas- alejé la silla y me marché del lugar furiosa.
Era su hermano, y al parecer a quien menos le afectó su muerte es precisamente a él, que era su maldita sangre. Me subí al ascensor y bajé hasta la bodega. La soledad me abrumaba, me golpeaba fuerte al despertar de nuevo y saber que no lo vería, que no tendría su compañía en la editorial ni en el bar. Su ausencia dolía y me afectaba de la peor manera.
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DE CAFÉ A TI
RomanceUna de las cosas que más increíble me parecía de la vida, o tal vez del destino, era lo difícil y caprichosa que podía volverse. Me robaba sonrisas y me robó el motivo de ellas. Me entregaba tristeza y dolor, cuando estaba en máximo punto de felicid...