CAPÍTULO XLVI

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“PAREJA DEL AÑO”
Eric Dupont y Verónica Gonzales. Escribiendo una verdadera historia de amor en las calles de los Angeles, pero que ahora ellos se siente el cielo. Anoche fueron vistos de la mano yendo a una cena que después el propio Pierre Dupont confirmó, fue en su casa. También comentó que la pareja de su hijo había ido aceptada con los brazos abiertos por ser una mujer impecable.

-¿Puedes creer esto?- le mostré la revista a Paula y ella sonrió.

-Si, hacen una pareja bien chingona- la miré mal.

-¡No, Paula!- suspiré y miré con detenimiento la foto que nos tomaron saliendo tomados del brazo de mi casa- Bueno, si. Que hacemos una pareja preciosa no se niega.

-Pero…

-¡Pero esto demasiado!- bufe y me senté con ella- Ya no puedo respirar tranquila, le diré a Eric que pronto esto tiene que terminar.

-No se porque te metiste en esto, primero que nada- se levantó de la mesa tomando sus cosas.

-Porque es mi culpa. Porque si yo no le hubieses dicho nada a Kamille no lo hubiese podido usar en su contra. Yo confié en ella, y eso no le importó- Paula sonrió.

-Me iré antes de que comiences a llorar de nuevo- le lancé la revista- ¿Irás a la fiesta de la editorial de la cuarentona?

-No lo sé- suspiré- tal vez Kamille vaya.

-¿Y a ti qué? Ve, arréglate y gozate esa fiesta. Ambas sabemos que esa mujer está interesada en ti.

-En mis servicios como escritora- puntualice y ella me miró sin creer nada.

-Como sea, pero irás- me señaló- si llego y te encuentro aqui te llevaré, aunque estes en pijama- me besó la cabeza.

-Que te vaya bien.

-¡Gracias!- me guiño el ojo y cerro la puerta. Me dejé caer en el sofá, suspirando. Salí de la casa minutos después recordando que debía comprar un celular nuevo porque el antiguo estaba hecho trizas. No habia camaras persiguiendome, a menos ninguna que pudiese ver. No quería estar todo el día metida en mi casa, allí los recuerdos aprovechaban para  atormentarme y lo último que quería era seguir llorando por una estúpida causa perdida Me fui en taxi, ya que mi auto seguía en la editorial y todavia no queria ir a buscarlo, al menos me rehusaba a encontrarme de nuevo con ella. Podria mandar a buscarlo, pero era algo que sabia debía hacer yo, por mi y por demostrarme lo fuerte que podría ser delante de esto.

-Tal vez necesite comprar una vida nueva también- hablé conmigo misma mientras revisaba los aparatos. La chica que me atendía me hablaba concentrada en lo suyo, mientras yo en lo último que estaba concentrada en esa.

-¿Cual desea obtener, señorita?- la miré y pestañee. Mire de nuevo el celular y señale uno al azar. Ella asintio y me miró.

-Sé que es algo extraño, pero Perdí a mi madre hace poco en un accidente, tu libro me ayudó mucho. Quería agradecerte completamente y decirte que tu talento es magnífico y que jamás me arrepentiré de leer la obra de arte que has hecho- sonrió y me dio un abrazo cálido.

Iba a volver a llorar.

La sensación que sentía ahora no se comparaba con nada. El que mi libro haya cambiado vidas, mejorado y ayudado no tenía precio. El que le haya llegado tanto, que la haya sentido tan cerca y de una forma tan personal me llenaba de felicidad. Se lo agradecí, con la mirada, correspondiendo su abrazo con fuerza y haciendole entender que su unión con mi libro, era más importante que, incluso, mi experiencia propia y se lo agradecía muchísimo.

Salí de la tienda con un celular nuevo, vacío del número de Kamille, vacío sin sus recuerdos, vacio sin notificaciones, vacío sin nada que me atormentara, y aun asi no me sentía igual. Todas aquellas cosas que ya no estaban en mi telefono seguian persiguiendome, seguian ahi, no estaban borradas de mi memoria, y pasaría tiempo para que lo estuvieran.

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora