CAPÍTULO XVI

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-Hola papá- salude a mi padre con un beso mientras el ponía la mesa.

-Mi vida, ¿Cómo te fue?

-Bien, aunque estoy agotada- me miró por unos segundos.

-¿Sólo físicamente?- me apoyé en mi brazo.

-Papá, no comiences.

-¿Pasó algo que no me has contado?- negué y me miró sin creerme. Ser maña mentirosa a veces es aun asco.

-Estoy bien papá- suspiró y negué con la cabeza.

-¿De quien hablan?

-Tu hermana tiene un amigo, y la ha traído a la casa dos veces- mi padre cambió de tema con rapidez y reí mirando a Ainhoa con picardía.

-Verónica, no. No empieces.

-¿Ah si? ¿No quieres saber hoy como me va con mi jefa, hermanita?- una sonrisa se me escapo al verla sonrojarse y bajar la mirada- ¿Quién es ese chico? ¿Tú novio?

-Es un compañero, le ayudo en clase y él me trae, fin- Mi padre y yo nos miramos y reímos juntos- ¡Ya basta!

-Ahora te aguantas- me encogí en hombros y ella dejó caer su cabeza a la mesa, resignada. Miré la foto familiar que había en la pared y sonreí, de alguna forma aunque no estuviésemos completos, siempre estábamos unidos.

**

Al día siguiente cuando llegue a la cafetería, Paula ya estaba ahí tomando un café con su uniforme puesto. Camine hasta ella y pellizque sus costillas provocando un salto.

-Verónica, hija de puta- me golpeó el brazo y sonreí dándole un beso en la mejilla- tu mamá me cae muy bien, pero eres una hija de puta.

-¿Como estás?- caminé hasta estar del otro lado de la barra.

-Mejor que tú cuando sepas quien esta aquí- fruncí ceño movió sus ojos con disimulo y busqué la dirección aunque no tenía que ser genio, era la típica esquina que Kamille ocupaba, y si era ella. Leía un libro que no distinguí y note una extraña sensación al verla de nuevo ahí, después de mucho tiempo, ahora en situaciones mucho mas ajenas a cuando la vi por primera vez sin saber quien era- Al menos tienes buen gusto, tu jefa es linda- la mire y sonreí.

-Es más que linda, lo sabes.

-Ella te gusta, no te haré caso- se tapó los oídos- Miré de nuevo a su mesa y su mirada chocó con la mía. Levantó una ceja y después de unos segundos su concentración volvió al libro.

Durante su estadía aquí cruzamos miradas mas de dos veces, esas las conto Paula antes de irse, pero hubieron mas después y antes de que Kamille también decidiera marcharse. A veces era muy complicado el entender lo mucho que habían cambiado las cosas con tanta rapidez en mi vida y en la relación que tenía con esa mujer misteriosa, que hoy era bastante conocida por mi. Y de que manera.
Ella y yo ya no éramos desconocidas e incluso nos conocíamos un poco más de lo que ambas esperábamos lo cual es una sorpresa.
Adrien sabía que Kamille estaba en la cafetería por lo que me escribió preguntando si nos habíamos agarrado a golpes. A veces me daban ganas, siendo sincera. Me pasé el resto de la tarde ayudando a mi padre y comentando cosas del lugar o de los clientes con mi hermana. Pocas veces coincidiamos un día entero, cuando ella estaba aquí yo estaba en la editorial y cuando yo estaba por lo general Ainhoa estaba en la universidad.
Solo quedaba aprovechar momentos como estos que eran tan pocos.

Cuando cayó la noche Paula me escribió preguntándome si estaba lista. Hablé con mi hermana que estaba terminando de limpiar para cerrar y dijo que podía irme sin problema.

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora