CAPÍTULO XXXVI

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Deperté por el ruido del despertador aquella mañana que se veía un tanto nublada. Escuché a Kamille moviendo cosas en mi cocina y me levanté caminando hasta allá, esta mañana como en toda la mayoría de estas dos semanas, no me despertó y planeaba irse sin despedir.

-¿Por que no me despertaste?- bostecé caminando hasta ella que estaba ubicando el plato que contenía mi desayuno en la mesa.

-Ey, bonjour, ange. Debiste quedarte dormida, te espera un gran día- me senté en el sofá viendo como buscaba su bolso y gabardina. Hoy era el lanzamiento de los libros, cosa que Kamille me había recordado cada día. Me sentía ansiosa, nerviosa y emocionada. El primer pequeño paso de la realización de mis sueños se estaba haciendo real. Temía despertarme.

-No esperes mucho- ladee la cabeza y Kamille hizo una mueca.

-Te veré en la editorial- se detuvo frente a mi y besé su mejilla.

-¿De verdad debes irte tan temprano?- asintió y besó mis labios. Caminó hasta la puerta con su típico poderío- ¿Por qué nunca me despiertas?- se giró en la puerta dandome una sonrisa y marchandose. Bufé y revise los mensajes que tenía en mi celular. Mi padre, mi madre y mi hermana preguntaban a que hora sería la gran gala.

Me arreglé y decidí visitar a Alonso para clamar un poco los ánimos y le deje el desayuno a Paula, que había estado quedándose durante todas las dos semanas. Hablé un poco al viento liberandome un poco. Me despedí y entonces visité a Adrien. Quien sabía fuese el más feliz al verme por fin decidirme a escribir. Miré la imagen que había de su rostro y un hueco se me formó en el pecho. Aún no me acostumbraba a su ausencia y eperaba muchas veces que me recibiera con un abrazo al llegar a la editorial. Lo hechaba de menos, no alcanzaba a dimensionar cuanto. Limpiré mis lágrimas con el dorso de mi camiseta.

-¡Oh, no la arruines, querida!- giré mi cabeza ante la voz y me levanté del suelo. Frente a mi una mujer rubia, alta y bastante elegante. Recordé a Kamille y en mi interior se formó un respiro con sólo pensarla- Ten- me dio un pañuelo negro el cual tardé en aceptar pero acepté y limpié mis lágrimas.

-Gracias- sonreí- Y yo bueno, lamento haber ensuciado su pañuelo.

-Conservalo, tal vez nos encontramos de nuevo y lo regreses- sonrió y guiñandome el ojo se fue por donde vino. Llevaba tulipanes en uno de sus brazos, así que supuse que vendría a dejarlas en la tumba de alguien. Tenía un rostro joven pero sabía que era mayor, incluso tal vez algunos años más que Kamille. Me despedí de Adrien y guardando el pañuelo en mi bolsillo me marché de nuevo a mi departamento.

**

Las luces del salón de la editorial ilimnaban incluso una cuadra antes de llegar. Mi madre sostuvo mi mano en el auto antes de llegar y me regaló una sonrisa para tranquilizarme.

Nos bajamos del auto todos y entonces los flah de las cámara hicieron su trabajo. Cerré un poco mis ojos mientras caminaba con mi familia por la larga, y casi infita alfombra roja que estaba a mis pies. Al entrar, Eric y Pierre me recibieron con una sonrisa a mi y a mi familia.

-Verónica, estás preciosa- Scarlett me saludó después.

-Tú igual- me besó la mejilla y Busqué a Kamille con la mirada pero no la encontré. Revisé buscando un mensaje pero tampoco tenía, desde anoche que me avisó que iba de camino a mi departamento- Y no, tu amada jefa no ha llegado- Me extrañó un poco y quise escribirle, pero no pude.

-¡Verónica! ¡Verónica! Un par de preguntas- ¿Y estos desde cuando se sabían mi nombre?

-Claro.

-¿Crees que a las personas les agradará el libro que has escrito? ¿Que calificación le das?

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora