Cuando la mañana me recibió, los recuerdos de la noche anterior llegaron con ella. Suspiré y me acomode en la cama cerrando los ojos y sintiendo de nuevo esa sensación que me erizó la piel y me hizo acomodar un par de veces contra la almohada. Suspiré, extrañando los toques y besos de Kamille. Toqué mis labios y cerré los ojos anhelando el toque de los de ella en mi boca de nuevo.
Estaba perdiendo la cabeza.
La noche anterior había entrado a escondidas a la editorial buscando los documentos para desenmascarar a Isabella, documentos que además, ella misma se había llevado. Y por el contrario, terminé en la oficina de Kamille, desnuda con ella y compartiendo gemidos y calor. Los recuerdos de esa noche no me dejaban en paz. Los sentía en mi, la sentía a ella. Sentía sus manos apretarme y pegarme más a su cuerpo con necesidad, sus labios correspondiendo mis besos como si no hubiese un mañana. Y no lo hubo. No hubo un mañana para nosotras, o mucho menos un después. Ella huyó de mi, de mis brazos. Y eso me había herido.
De nuevo.
No quería ir a la editorial. Ella y yo inevitablemente nos encontraríamos. Nos veríamos en el lugar en el que anoche volvimos a entregarnos sin importar lo que sucedería hoy. Me senté en la cama y me apoye en mis rodillas para después caminar hacia el balcón. Me había sido imposible evitar lo que había sucedido. Mi cuerpo busca a Kamille como si ella fuese un imán, a pesar de que pasaron tantos meses, y que claro, yo todavía tenía novia. Le había negado esto a Olivia y pasó después de hacerlo. Me sentía desleal con ella. Pero no me arrepentía. No podía arrepentirme de lo que paso con Kamille, y sabía que lo que seguía era asumirlo, y saber que independiente lo bueno que fue, y lo maravillosa que pareció la realidad, quedó allí. Entre las cuatro paredes de su actualizada oficina. La noche de pasión quedó ahí, y hoy se olvidaría. Se borraría, y debíamos hacer coml si nada nunca pasó.
Y yo no quería hacer eso.
Una llamada de Paula me llegó después de salir de la ducha. Suspiré y descolgue sentandome en la cama con aquellas imágenes dando vueltas todavía en mi cabeza.
-Hola- saludé buscando mi ropa y caminando por la habitación.
-Oye, anoche estaba llamándote ¿Se puede saber que era tan importante como para no responderle a tu mejor amiga?- levante las cejas y la sonrisa que el reflejo del espejo evidenció me hizo negar con la cabeza y carraspear un poco.
-Me dormí temprano anoche, pau. El día fue largo y pesado, así que quise descansar- mentí frunciendo el ceño.
-no te creo nada- su tono fue acusador y me reí ante su descubrimiento.
-¿Ya estas viajando para acá?
-Graciosa- sonreí- y no, bueno no todavía. Me dijeron que si al permiso pero debo dejar los documentos y casos organizados. Así que me tendrás allá pronto.
-¡Si! Eso me hace muy feliz- sonreí y me lance a la cama mirando el techo. Sabiendo que cuando Paula llegara no iba a ser tan fácil ocultarle lo evidente. Las cosas que pasaban aún con Kamille y lo mal que estaba emocional y psicológicamente- Espero termines rápido.
-Espero también yo lo mismo, aunque no puedo comenzar contigo en la línea. Espera que llegue antes de cometer locuras, Verónica Gonzáles- sonreí sabiendo que la peor locura la había cometido precisamente anoche. Cerré los ojos con fuerza y suspiré.
-Ve a dejar en orden tus documentos, te espero con ansias- la escuche reír.
-Ten lindo día, Vero.
-También tú- corte la llamada mordiendome la lengua para no decirle todo lo que había estado sucediendo en mi vida en los ultimos días. Tenía que contarle lo que sucedía con Olivia, Isabella Y Kamille. Pero son temas que no debía, y no quería tocar por teléfono, así que sería paciente y esperaría que ella viniera para ponerla al día. Además, no quería perderme de sus expresiones cuando le contara todo.
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DE CAFÉ A TI
Roman d'amourUna de las cosas que más increíble me parecía de la vida, o tal vez del destino, era lo difícil y caprichosa que podía volverse. Me robaba sonrisas y me robó el motivo de ellas. Me entregaba tristeza y dolor, cuando estaba en máximo punto de felicid...