CAPÍTULO XIII

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Porque quien sea que controle al amor, me controla. Porque quien sea que me controle, me destruye debido al amor, y el evitar caer en un abismo en que hace mucho tiempo caí sin saberlo. Ahora como salia, si debía, pero no quería.

Suspiré y arrugué el papel para tirarlo a la basura. Por suerte el escrito que le entregue a Emma para que lo hiciera pasar por suyo era mejor que esto, y de lo que había escrito durante la mañana. Metí el bolígrafo en el bolsillo del delantal y me resigné a que hoy no sería un día para escribir cosas buenas, definitivamente.

Ayer, en la oficina todo fue tranquilo, exceptuando que a Kamille no le había importado ni afectado nuestro encuentro en la oficina, cosa que no me sorprende pero sí me decepciona. Si, más. Adrien no fue a la editorial, pero no supe por qué. Sabía que su prima era quien sabía la razón y no iba a preguntárselo.

-Vero, Café sin azúcar a la mesa 3- levanté la vista y asentí comenzado a preparar el pedido. A algunos metros Ainhoa empacaba un café con paciencia y se lo entregó al repartidor. Sonreí y me concentré en mi pedido, aunque la sentí venir a mi segundos después.

-¿Diste tu número personal para pedidos?- fruncí el ceño y me giré para verla.

-No, ¿Por qué?

-¿Qué? Hace unos minutos alguien llamó a tu celular pidiendo una orden.

-¿Qué? ¿Quién?

-Dijo que se llamaba Kamille, y me llamó por mi apellido, Rarísimo ¿no?- la miré alarmada y me quité el delantal de un golpe.

-¿Fue el pedido que entregaste ahora?- asintió y salí corriendo de la cafetería- ¡Pero quien es o qué?- escuché un grito pero cerré la puerta y corrí sabiendo el camino que el repartidor tomó, tomé un atajo. De algo servía trabajar allí y no tener auto.

Sentí las piernas dormidas cuando estuve frente al edificio. Pensé que había llegado tarde pero segundos después, el chico llegó en la bicicleta a la editorial.

-¿Qué haces aquí?

-Vine a entregar eso- señalé la bolsa que traía y me miró extrañado- te daré los créditos, de verdad, no quieres entregarlo- le arrebaté la bolsa y caminé dentro recuperando el aliento.

-Verónica, ¿qué haces aquí? Es sábado- una de las secretarias me tendió un pin para la entrada.

-Vine a entregarle un pedido a la señorita Dupont- le sonreí y entré al ascensor terminando de recuperarme, me sentí exhausta y no sentía las piernas, pero no quería que Kamille pensara que la evadía por lo que paso, cosa que si hacía, pero no quería ser tan obvia. En el silencio, sentí un poco de celos con mi hermana, ella había escuchado su voz al teléfono. Y yo todavía no.

Las puertas se abrieron y caminé hasta la puerta de su oficina personal, donde supuse que estaría, sino, dejaría el café en la mesa y me iría sin verla. Genial. Toqué la puerta esperando no tener respuesta, silencio. Lo hice una segunda vez y un Adelante me puso nerviosa de inmediato. Ni siquiera la había visto, por favor.

Tomé aire y abrí la puerta. Detrás del escritorio estaba ella, con el teléfono en sus manos y cruzada de piernas. Se veía cansada, incluso más que ayer. Su postura no era recta, no imponía y su cabello estaba un tanto desordenado, pero como siempre, ella se veía impecable, preciosa. Levantó su mano en señal de espera y me quedé en medio de la oficina solo observándola.

Eso era un premio para mi.

-No quiero tener esperanzas. Han pasado años, años largos e infinitos en los que los indicios han sido los mismos, nada pasa. Encárgate de hacer tu trabajo y hasta que no lo encuentres no me informes nada. (Je ne veux pas me faire de faux espoirs. Cela fait des années, de longues années interminables où les signes sont les mêmes et où rien ne se passe. Faites votre travail et jusqu'à ce que vous le trouviez, ne me faites pas de rapport)- Ella no solo se veía cansada, también se escuchaba en su voz. Arrastraba las palabras e incluso parecía que le costaba hablar en su idioma natal. Quise saber porque, necesitaba saberlo- Te di una orden, y debes seguirla. ¡No me importa en qué lugares estuvo, o con quienes. Quiero saber donde está ahora. Para eso te pago!. Adiós (Je vous ai donné un ordre, et vous devez le suivre. Je me fiche d'où tu as été, ou avec qui tu as été. ¡Je veux savoir où il est maintenant. C'est pour ça que je vous paie! Au revoir)- abrí los ojos con sorpresa al escucharla gritar, la ponía en ventaja notable que yo no supiera francés. Dejó el teléfono en la mesa y se cubrió el rostro con las manos, por tanto tiempo que incluso sentí que había olvidado que estaba aquí. Así que carraspeé y ella se sobresaltó un poco. Si, ella se había olvidado de mí- Oh, claro. Gonzales- se levantó de la silla y tomó la bolsa con el cafe. La dejó en la mesa y regresó a mí con el dinero en la mano. Negué.

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora