CAPÍTULO XVII

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Hoy no toca capítulo, es verdad pero soy una buena persona así que no los quise dejar esperando tanto.
Disfruten de este capítulo, donde igual me van a oidar por partes but... Wonka dice Gocenlo. (Presiento que tendrán que conseguir pañuelos para esto)

***

Odiaba la horrible sensación de muerte. Odiaba el color negro, el sentido de pérdida, lo detestaba. La muerte me parecía la más baja muestra de poderío de la vida hacia nosotros. La rabia que tenía aumentó cuando llegué a la funeraria y el ataúd blanco donde estaba él estuvo frente a mi. Impotencia, la impotencia me carcomía y el dolor me hacía añicos el alma. Caminé hasta donde estaba y acaricié el féretro. A penas la noche anterior me sostuvo con fuerza la mano, él se aferro a mi y a su vida, su tacto, su mano caliente y su aliento aún estaban en mi piel, pero ahora su cuerpo estaba frío, inmóvil, muerto. Y todavía no podía aceptarla.

Dejé en sus manos una carta. No iba a leerla, aunque paula me había dicho que lo hiciera, me rehusé. No la hice para ellos, la hice para él. No iba a escucharla, por lo que debía llevársela con él.

Daría lo que fuese por no volver a pasar por esto. Daría lo que fuera porque Adrien estuviese en el hospital contándome un chiste sobre lo que le había pasado y haciendo comentarios irónicos sobre lo mala que era la comida. Kamille estaba sentada a algunos metros rodeada de su familia, donde todos tenían la misma expresión severa. Su mirada seria no se despegaba de donde yo estaba y sabía lo que hacía: buscaba explicaciones. ¿Por qué Adrien y por qué así? ¿Por qué alguien querría hacerle daño o acabar con su vida?

Paula llegó más tarde sin traer más noticias de lo que pasó. Me informó que ya estaban investigando, y aunque me hacía sentir menos impotente, no me hacía sentir mejor. Nada regresaría a la vida de Adrien.

Mi mirada se encontró con la de Kamille, que hoy no tenía la misma fuerza de siempre. Se notaba en su mirada lo decaída que estaba y el golpe tan fuerte que era la pérdida de Adrien para ella. Me miró por varios segundos sin saber descifrarla, pero sin apartar la mía. Hoy su manera de verme no me daba miedo, sino fuerzas. Ambas estábamos combatiendo y enfrentando una pérdida igual de fuerte, no podíamos procesarlo y mucho menos pensar en algo diferente.

-Ella se quedó sola, ¿no es así?- Paula habló obligándome a mirarla. Asentí- Adrien te dio una tarea.

-No sé si sea fácil cumplirlo- la miré- Kamille y yo lo único que teníamos en común era él. Es una mujer difícil, no podemos tener una conversación sin discutir- levantó una ceja y supe a lo que se refería- no comiences.

-Sólo digo que lo intentes. Verónica, perder a la única persona que tienes es horrible. Cuando perdiste a Alonso la fuerza de tu familia te ayudó a salir adelante, pero mírala, lo último que esa familia hace es detenerse por esto. Es a la única a la que le afecta- señaló el lugar donde estaban todos, incluyendo a los padres de Adrien y Eric. Ella tenía razón.

La conversación se quedó allí aunque sabía que Paula tenía razón. El dolor de la pérdida de Adrien no pareció afectar a nadie como a ella, ni siquiera Pierre o a su esposa. El corazón se me encogió al pensar todas las veces que ella actuará mal y esperará una corrección de Adrien y no la tendrá. Las veces en que esperará salir de la oficina con él y no podrá.

Estaba destruida.

La misa comenzó antes del medio día en los jardines de la funeraria. Me aferré al brazo de Paula y lloré sin consuelo. Me sentía terrible. La vista se me nublaba cuando intentaba enfocar el féretro. Kamille estaba a metros de mi, la vi quebrarse en un momento y su padre volvió a acercarse a ella tal vez para decirle lo mismo que en el hospital, porque la vi recomponerse en un segundo y volver a su típica seriedad.

DE CAFÉ A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora