-Van mejorando, pero no lo suficiente. Kamille me quiere arrancar la cabeza con su mirada cuando revisa los documentos que le llevo, para mi ahora son escritos regulares, pero para ella son pésimos. Es demasiado exigente- Me reí ante las muecas de Susana. Ella tenía razón, y cuando era yo quien estaba en su posición siendo asesinada por los ojos de Kamille no me parecía para nada gracioso, mientras lo era ella lo disfrutaba mucho- pero eso no me importa ahora, se acerca el fin de semana, ¿irás a la fiesta de Adrien?- Suspiré. La última vez que hablé con Adrien sobre su cumpleaños fue hace unos días, como por arte de magia su cumpleaños era mañana, envió invitaciones a todos para la fiesta de la noche, pero muy limitadas para el desayuno en el restaurante, "sólo quiero a las personas cercanas a mi en esa mañana", fue lo que dijo. No me dejo ayudar a organizar en nada, aunque tampoco lo hizo él. Quería que fuese una sorpresa para todos, incluyéndose.
-Claro, me asesinaría si no
-Algún día tendré una amistad como la suya- hizo una mueca y reí.
-Sólo me paga por soportarlo- Susana rió y asintiendo salió del lugar. Mi rostro se relejo en el vidrio del ventanal que tenia en frente. La cicatriz que tuve la primera semana por el golpe, justo como predijeron los primos Dupont, había desaparecido por completo, aunque la marca de la noticia no habia desaparecido tan fácil. Todos me recordaban por accidentes: el del brazo y el desmayarme. Ya era alguien épico en la editorial.
Me levanté de la silla y caminé a la cafeteria. Moría de hambre, anoche no dormí bien debido a pesadillas, por lo que tampoco me desperté con buen humor y mucho menos con apetito. Cosa que había cambiado.
-Te espero en la fiesta, ¡y por supuesto a ti tambien!- sonreí al ver a Adrien tan alegre por su cumpleaños, su mirada fue a mi y saludo desde la mesa- ¿Estas lista para la fiesta del año?- me senté a su lado.
-Creo que no podre ir al final- me miró mal de repente y entonces supe que a todos los Dupont le daban clases de severidad, aunque Adrien no lo usara. Era la misma mirada fuerte de Kamille la que ahora tenía, era la misma mirada oscura sim embargo no me causaba los mismos escalofríos. Tal vez no era la mirada, sino ella- oye, estaba jugando. Claro que ire- soltó el aire- ¿Qué gracia tendría esa fiesta si no?- asintió.
-Tienes razón, y por eso, no puedes fallarme- me señaló con su dedo- ¿dije ya que estoy emocionado?- asenti- iré contigo a tu departamento a cambiarme después de la reunión del desayuno, llegaremos juntos ¿esta bien?
-Mi departamento es tu casa, no se parece en nada a tu pent-house pero es algo- se rió y negó con la cabeza.
-¿No me encontraré ninguna prenda interior de tus amantes?
-No llevo a mis amantes a mi departamento- lo señalé.
-Que reservada- ambos reímos.
-Dame tu tarjeta de crédito- pegué un salto al escuchar ese conocido acento a mi lado. ¿Pero en qué momento aparecio? ¿De dónde? ¿Por que me di cuenta de nada? La miré desde la silla, el pantalón gris que llevaba le quedaba de muerte, hacía lucir mejor sus piernas, y su trasero. Su maldito perfecto trasero.
-¿Y la tuya?- evité mirarla porque sabía que clase de mirada estaba reemplazando su silencio, pero cuando lo hice, ahi estaba. Era la mirada que precisamente él me habia dado momentos atras, solo que mucho más escalofriante, esta si me ponía nerviosa- oh, problemas ¿no es asi?- Kamille suspiró y extendio su mano ignorando mi presencia por completo, como siempre. Adrien sacó su tarjeta del bolsillo y se la tendió- Si la usas para pagar strippers no me enfadaré- sonreí ante el comentario pero mi jefa no tenia el mismo sentido del humor. Se dio media vuelta y se marchó golpeando el suelo con los tacones, mi mirada se quedó con ella hasta que desapareció y supe que la había observado demasiado cuando mi amigo habló:- ¿Atractiva no?- miré a Adrien.
ESTÁS LEYENDO
DE CAFÉ A TI
RomanceUna de las cosas que más increíble me parecía de la vida, o tal vez del destino, era lo difícil y caprichosa que podía volverse. Me robaba sonrisas y me robó el motivo de ellas. Me entregaba tristeza y dolor, cuando estaba en máximo punto de felicid...