Capítulo 19

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La lluvia no se detenía, pero no me mojaba, ya que un paraguas me protegía del agua. Estaba viendo la tumba de Shinichiro y realizando una oración, sin embargo el característico motor de la CB250T de Mikey se hizo presente. Me puse de pie y metí una mano en el bolsillo de la chaqueta de Valhalla, miré al frente sin quitarle la mirada a Mikey, quien se veía algo sorprendido por verme portar la chaqueta del bando enemigo.

—¿Qué demonios estás haciendo, Amaya? —Draken habló—. ¿Estás revelándote contra nosotros?

Miré a Takemicchi, él se veía tenso, y no lo negaba, el ambiente se puso así. Chifuyu no parecía sorprendido en verme, ya que anoche, en mi momento de insomnio, le conté lo que pasaba por mi cabeza. No obstante, ahora debía de ponerme la máscara de enemiga hasta el día de la batalla final.

—Lo dije ese día, ¿no? No cuenten conmigo en las próximas peleas.

—¿Y eso incluía irse al bando enemigo, Amaya? —Mikey habló.

Alcé mis hombros—. Tengo mis razones, Manjiro.

—Dijiste que no serías capaz de traicionarme, ¡lo prometiste mirándome a los ojos, ¿acaso todo es una mentira?

Maldición, quería llorar y dejar todo esto atrás, pero ya no podía, ya era parte de Valhalla con mis propios planes y aunque se lo dijera a Mikey, él no iba a entender. Takemicchi y los demás se habían alejado para darme espacio con el líder de la Toman, suspiré y bajé la mirada a mis Converse.

—Amaya... te lo dije, ¿no? Podría soportar cualquier traición menos la tuya. —me dijo, podía sentir la desesperación en sus palabras. Él caminó hacia mí, pero yo retrocedí un poco—. ¡Amaya, maldición! ¿Me dirás lo que te sucede?

—No puedo, lo siento. Mientras Kisaki esté en la Toman yo estaré fuera temporalmente, claro si me lo permites, capitán. —me tragué el nudo de mi garganta—. Nos vemos el 31.

Comencé a caminar, pero mis pasos se detuvieron cuando escuché a Mikey gritar tras de mí.

—¡Te amo, Amaya! No me dejes, por favor. —suplicó, mis ojos se llenaron de lágrimas—. Te lo suplico. —su voz se rompió.

Mis lágrimas cayeron sin evitarlo, mi pecho comenzó a doler. Apreté mis labios e hice de mi mano libre un puño provocando que me doliera el brazo por la herida que seguía abierta. Lo amaba, joder, claro que sí, pero no podía decirlo, no ahora. Mis pies se movieron por sí solos hasta salir del cementerio. Caí de rodillas al suelo y comencé a llorar desconsoladamente sintiendo a las personas mirarme, pero poco me importaba.

—¿Ama-chan? —la voz de Emma me hizo levantar la mirada—. Oh Dios mío, ven, vamos, te llevaré a mi casa. Necesito una buena explicación.

—No, Emma, no quiero ir a tu casa.

—Tranquila, Mikey no se enterará. Vamos a tomar algo bien caliente y llorarás todo lo que quieras sobre mi hombro, ¿qué te parece?

Asentí y Emma me tomó del brazo, hice una mueca.

—Me duele.

—¿Qué te pasó?

—Me caí.

—Tan tonta.

Reí de forma floja. Cuando llegamos a su casa, el abuelo no estaba así que lo agradecí, me quité la chaqueta y quedé solamente con mi chaleco negro con cuello de tortuga. Emma llegó a su habitación con dos tazas de té y unos pocos dulces.

—Mikey ha estado algo bajoneado estos días, ¿ocurrió algo entre ustedes? Digo, ya no portas el uniforme de la Toman, sino que el del bando enemigo.

Always with U || Sano ManjiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora