Always with U || Sano Manjiro

Capítulo 38

Estaba algo ansiosa, pues de hace un rato había escuchado las voces de los chicos algo alterada. Así que, decidí volver al lugar en donde los había dejado para darles el espacio para conversar, ya que seguramente lo necesitaban. Cuando llegué, me encontré con la escena de Takemicchi sujetando a Mikey por los hombros.

—¡¡Te equivocas, Mikey!! —gritó Takemicchi—. ¡¡No has cambiado, sigues siendo el mismo!!

¿De qué estaban hablando?

—Detente, Takemicchi.

—¡Lo veo en tus ojos, nada ha cambiado!

—Para.

—¿Qué está sucediendo? —me atreví a interrumpir, pero ambos me ignoraron.

—No has cambiado. Así... así, ¡así que deja de hablar de asesinatos!

En cámara lenta como Sano tomó a Takemicchi del cuello y lo estampó contra el suelo.

—¡Mikey, no! —grité.

—¿Qué parte de esto no entiendes? —tomó la pistola y la llevó la mejilla de Takemicchi. Mi corazón comenzó a latir muy rápido, no sabía qué hacer, estaba en una difícil situación.

Hasta que lo decidí, corrí hacia él y lo empujé con mi cuerpo. Salimos rodando juntos y él terminó arriba de mí. Me quejé, ya que había chocado con algunos concretos. Los ojos de Manjiro me miraban desesperados y mis ojos se llenaron de lágrimas, pero no dudé en sacar la pistola que llevaba en mi pierna y llevarla a su sien. Takemicchi no podía morir aquí, si él moría ya no podría volver al pasado, sin embargo, si yo moría aquí en un futuro próximo yo podría seguir viviendo.

—¡¡Amaya!!

—¡No te acerques, Takemicchi!

Mikey me miró fijamente, sus ojos se habían llenado de lágrimas que caían sobre mis mejillas. Las mías también habían comenzado a abandonar mis ojos.

—Mikey, no hagas esto, sé que no quieres hacerlo. —dije con la voz rota.

—¿Me sigues amando, Amaya?

Sonreí con tristeza. Mis sollozos se hicieron más fuertes, pero no tardé en asentir, sintiendo mi corazón pesado.

—Claro, desde que teníamos seis años que te amo, Mikey.

Él sonrió aliviado—. Gracias, yo también te amo. No he dejado de amarte. Y perdón por todo...

El sonido de un disparo resonó por todas las ruinas. Sangre cayó sobre mi ropa y mis mejillas. La pistola que yo sostenía en mis manos cayó y yo tardé unos segundos en asimilar lo que había ocurrido. Me senté rápidamente mirando a Manjiro en el suelo.

—Mi... ¡¡Mikey!! —grité tan fuerte que sentí que mi garganta se desagarró, tomé al chico entre mis brazos—. Mikey, hey, cielo, abre tus ojos. —supliqué.

—¡¿Están bien, Takemichi-kun?!

Miré a Naoto—. ¡¿Maldito, qué hiciste?! ¡El arma todo este tiempo tuvo el seguro! —le grité mientras volvía a mirar a Mikey, sus ojos seguían cerrados.

—¡Mikey-kun! —gritó Takemicchi corriendo a nosotros—. ¡¡Mikey!!

—Mierda, mierda. —mis lágrimas caían como locas—. Cariño, por favor, abre tus ojitos. —golpeé con suavidad su mejilla, pero no había ninguna reacción de su parte.

—Maya-chan, su cabeza está sangrando mucho.

Mikey abrió sus ojos, sentí esperanza por un momento—. Tachibana Naoto, gracias. Ninguno de los dos hubiera sido capaz de matarme.