Always with U || Sano Manjiro

Capítulo 73

Los colores de los fuegos artificiales se veían reflejados en mis ojos. Podía sentir mis mejillas levemente calientes por lo hermoso que era todo esto. A mi alrededor había más gente del complejo del departamento en el que yo vivía y le perteneció a Aria alguna vez, apreciando el espectáculo que la ciudad de Shibuya nos regalaba el día de hoy. De pequeña me gustaba verlos, junto a mi hermana y Shinichiro llegué a disfrutarlos, pero después ellos se fueron y los veía con Manjiro, pero ahora él tampoco estaba conmigo.

Y creo que era mejor así, ya que yo me estaba desgastando y si seguía de esta forma, iba a caer y salir de un lugar en el cual no iba a tener salida alguna.

El show terminó y la gente también comenzó a irse. Saqué un cigarro y lo encendí para relajarme un poco. Miré los mensajes de mi celular viendo que habían varios de mis amigos de universidad, pero los ignoré. Ya había hablado con la institución de que congelaría el año, pues tampoco era capaz de concentrarme en lo que más amaba y me quería dedicar. Cuando la colilla se consumió, supe que era momento de volver a mi departamento e intentar dormir un poco.

Me di una ducha, lavé mis dientes y me acosté en la cama mirando fijamente el techo. El departamento se sentía tan frío que quería urgentemente sentir algo de calor a mi lado para dormir, pero yo ya no podía tener aquello porque ni siquiera me tenía a mí misma para continuar. Mordí mi labio inferior y cerré mis ojos, relajando mi respiración antes de que me diera alguna crisis de ansiedad, ya que pasarlas sola era lo peor que me podía ocurrir. Gracias al cielo logré controlarla.

Tomé mi celular y le escribí a alguien para que me esperara fuera del edificio. Me puse una chaqueta, mis zapatillas, tomé mis documentos y salí del departamento para esperar en el semáforo que se encontraba justo enfrente del complejo. Seguían pasando autos, pues las ciudades en Japón siempre eran muy iluminadas y con mucha congestión de autos. El sonido de una moto me hizo mirar a mi izquierda y alcé mi mano en un saludo cuando Wakasa se detuvo y bajó. Él me regaló una sonrisa que provocó que sus ojos se cerraran.

-¿Todo bien? Nos tenías preocupados.

-Mm, no del todo. -respondí-. Perdón que sea egoísta y te haya llamado a ti para que vengas a socorrer mis momentos de insomnio. -comenté con vergüenza-. Y siento haberlos preocupado tanto.

-No tienes que disculparte por eso. Siempre estaré para ti, princesa. -acarició mi cabello-. Vamos, sube. -puso un casco sobre mi cabeza-. Te llevaré a un lugar para que te relajes.

Le agradecí y me subí tras de él, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura. Arrancó la moto y yo me dejé relajar con el fresco viento de la noche. Wakasa de vez en cuando se aseguraba de preguntarme cómo estaba y yo le respondía que bien, pues tampoco quería preocuparlo mucho. Estuvimos unos veinte minutos viajando hasta que se detuvo en una linda pradera. No se escuchaba ningún ruido de la ciudad y eso era justamente lo que necesitaba. Me quité la chaqueta y la puse en el pasto para sentarme. Aquí tampoco había mucha luz, por lo que se podían apreciar de mejor manera las estrellas. Imaushi se sentó a mi lado y se quedó en completo silencio, pero yo interrumpí aquel momento cuando lo miré.

-Puede que lo que te vaya a pedir suene raro pero... ¿Podrías abrazarme? -mi voz sonó algo tristona-. Lo único que quiero y necesito es el abrazo de alguien y que me asegure que todo estará bien. -mis ojos se llenaron de lágrimas-. Porque en cualquier momento no voy a poder más. -sollocé. Joder, estaba muy llorona últimamente.

-Claro que sí, pequeña. Ven aquí. -estiró sus brazos y yo lo abracé, apoyando mi cabeza en su pecho. Sentí sus delgados brazos envolver mi cuerpo con cariño y confort-. Me encantaría decirte que las cosas estarán bien, pero eso es trabajo del destino, nosotros solamente tenemos que esperar a que se den las situaciones. -me susurró, acariciando mi espalda con suavidad mientras yo seguía llorando-. Siempre has sido una chica sensible, pero tu determinación era de admirar. El único consejo que te puedo dar Amaya, es que pienses en ti.