Capítulo 32

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Até mi cabello en una coleta alta y me coloqué un broche de oro de orquídeas que una vez mi abuela me regaló para mi cumpleaños número diez. Todavía conservaba algunas cosas que ella dejó para mí, y muchas veces me ponía a llorar porque de verdad que la extrañaba. La abuela Yu era mi pilar fundamental cuando era niña, así como alguna vez también Aria lo fue.

Salí de mi casa y caminé hacia el templo donde muchas personas se reúnen para rezar y pedir sus deseos esta noche de año nuevo. Varios de Tōman nos íbamos a juntar el día de hoy, pero estaba feliz porque era mi primera cita con Mikey. Nana minutos antes había llorado de lo hermosa que me veía, incluso me tomó un par de fotos estando orgullosa de haber aprendido a utilizar una cámara. Y eso enterneció mi corazoncito.

Cuando llegué al templo sonreí emocionada al verlo de pie junto a Draken y Emma, la última me miró, pero yo negué al saber lo que sus ojos querían decirme. No iba a contarle a Mikey que tenía que irme a Filipinas porque yo tampoco estaba segura de querer hacerlo, puesto que tenía curiosidad de saber qué pasa si no iba y perdía esos valiosos años de estudio. Manjiro llegó a mi lado más que emocionado y dejó un rápido beso en mi mejilla.

—Te ves hermosa, Maya. Que suerte tengo de tenerte.

—¡¿Qué dices?! ¡Mírate tú, Manjiro! Luces tan tierno. —apreté sus mejillas y él se puso nervioso.

—Maya...

Oi ustedes dos, caminen. Me dan diabetes de solo verlos. —habló Draken. Yo lo miré ofendida.

—Maldito tótem. Lo que nos tienes es celos. —concluí, entrelazando mi mano con la de Sano y prácticamente tirando de él porque estaba tentada discutiendo con Ken.

—¡¿Ah?! —detuvo sus pasos para mirarme.

—Lo que escuchaste. —puse mi mano libre en mi cintura—. Estás celoso.

—Maya enana, cállate de una buena más. Mikey, por favor, calla a esta loca.

—¡¿Loca?! —chillé—. ¡Locos tus...!

—Ya, ya. —Emma soltó una risa y guió a Draken hacia delante—. No discutamos en un día así.

—¡Él/ella empezó! —gritamos al mismo tiempo.

Sano soltó una risa y ahora él tiró de mí para estar a su misma distancia. Nuestras manos seguían unidas.

—¿Quieres comer algo? —me preguntó mientras subíamos las escaleras al templo. Había demasiada gente y mis ojos no dejaban de pasearse de aquí para allá de lo emocionada que estaba.

—No, gracias. Comí algo en casa.

—¿Y qué se supone que tenemos que hacer entonces? —me miró incrédulo, yo reí.

—Conque pasemos el rato juntos me basta, Mikey. —me aferré a su brazo sintiendo el suave aroma de su perfume. Olía como un bebé—. ¿Has mirado al cielo? —apenas le pregunté él lo hizo. Levanté mi mirada y una estrella fugaz pasó. Sonreí pensando en Baji—. Seguramente ellos están con nosotros en este momento.

—Sí...

Me detuve y Mikey me miró ladeando su cabeza. Mis ojos se llenaron de lágrimas y lo tomé de las mejillas para besarlo con todo el amor que podía demostrar en ese momento. A Mikey le costó tomarme el ritmo, pero apenas lo logró el beso se volvió uno perfecto. Sus labios se movían con suavidad sobre los míos, atrapando mi labio inferior y tirando levemente de él cuando se separó. Nuestras respiración estaban algo agitadas por la mínima falta de aire. Yo seguía manteniendo mis ojos cerrados, no los quería volver a abrir. Quería quedarme con este momento para siempre.

—"Cada vez que mires al cielo, acuérdate de mí". —susurré abriendo mis ojos encontrándome con los suyos—. Siempre estaré contigo Mikey, física o mentalmente siempre me mantendré aquí —puse mi mano en su pecho y luego la llevé a su cabeza—, y aquí. Así que si algún día nuestros caminos se llegan a separar y yo no puedo estar a tu lado para detenerte, piensa en mí, piensa en tu hermano, piensa en Baji y en todas las personas que te quieren y respetan.

Mikey aferró mi mano con fuerza.

—¿Lo prometes, Mikey?

Su labio inferior tembló—. Lo prometo.

Lo abracé y sonreí con tristeza. Lo tomé de la mano y lo llevé hacia el templo para que escribiéramos sobre los ema, nuestros deseos. Nos reunimos con Draken y Emma, la última me miró con curiosidad y se acercó a mí para alejarme un poco de los chicos.

—¿Hablaste ya con él?

—No quiero que me presiones en ese sentido, Emma, por favor. No estoy segura de si ir aunque tenga mucho miedo.

—Bien, disculpa, pero algún día tendrá que saberlo.

Asentí, lo sabía. Comenzamos a caminar, sin embargo un grito familiar nos hizo detener. Miré como Takemicchi y todos los otros chicos de Tōman corrían tras de él con sonrisas divertidas.

—¡¡Espera, mi emaaaa!! —gritó el desesperado chico.

—¿Tu Emma, a qué te refieres con tu Emma? —le preguntó mi amiga a un lado.

—¡Takemicchi! —grité con alegría.

—¿Te refieres a esto? —preguntó Mikey mostrándole un cuadro de madera tallada. Tenía una linda sonrisa.

—¡¡Aaaah!! —gritó—. ¡¡Por favor regrésamelo!!

—Luces un poco desesperado. ¡Okay, aquí tienes! —exclamó Mikey. El rubio pequeño volvió a ubicarse a mi lado para tomar mi mano, como si tuviese miedo de irme de su lado, pero yo no lo iba a hacer, se lo prometí en el primer amanecer de hace un año.

Unos gritos tras de mí me alertaron y volví la mirada tras de mí. Era un grupo de chicos que estaban mirando sus celulares bastante entusiasmados.

—¡Diez segundos para año nuevo!

Sonreí emocionada, siendo contagiada por ellos. Chifuyu se acercó a mí y me sonrió, le devolví la sonrisa con calidez, tomando su otra mano para hacerle saber que siempre iba a estar a su lado.

—¡Vamos a saltar todos juntos, chicos! —gritó Mikey. Sus mejillas estaban rojas de lo feliz que se encontraba.

—¿Qué? —me reí al mirar la cara de confusión de Takemicchi.

—¡Atento, Takemicchi! —grité.

—¡Maya-chan, no estoy entendiendo nada!

Yo simplemente me reí a grandes carcajadas y solté las manos de ambos chicos.

—¡¡Cinco, cuatro, tres, dos , uno!!

—¡Feliz año nuevo! —gritamos todos dando un gran salto. Los abrazos no tardaron en hacerse llegar y las hermanitas de Mitsuya se lanzaron a mis brazos y yo dejé un besito en la frente de cada una. Chifuyu me abrazó con fuerzas, incluso sentí sus sollozos. Me separé de él, limpiando sus lágrimas.

—Siempre. —sonreí, sintiendo mis labios temblar por las lágrimas que querían salir—. Siempre contigo, Chifuyu.

—Amaya-san...

—¡Ya, jaja! —eso me hizo reír—. Te dije que no me dijeras "san".

Sentí que me tomaron del brazo y me dieron la vuelta. Los labios de Manjiro se posaron sobre los míos y después por todo mi rostro sacándome una que otra risa. Lo abracé con fuerzas, estando más que agradecida por tenerlo a mi lado y poder vivir estos momentos antes de tener que irme.

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Para mí el manga termina en el capítulo 110 en donde todos son felices :(

Always with U || Sano ManjiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora