Capítulo 30

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Me llevé a mi boca el vasito lleno de chocolate caliente y no pude evitar sonreír. Nana estaba a espaldas de mí terminando de cocinar algunas cosas para dejarme luego, ya que iba a ir a pasar la navidad con su familia. Hoy hacía demasiado frío y yo estaba vestida como con dos sudaderas, unas calzas y sobre éstas un buzo más grande. Sí, era una persona muy friolenta.

—Ya he terminado. ¿Estás segura de querer quedarte sola con Mikey?

—Sip. Muchas gracias por todo, Nana. Espero tengas unas lindas navidades. —la abracé.

—Mi niña... que lo pases bien y si te sientes sola no dudes en llamarme que yo vendré enseguida, ¿Bueno?

—Bueno. —sonreí.

Nana no tardó en irse y esperé unos minutos hasta que escuché la puerta. Me puse de pie, acercándome para abrirla y sonreí cuando vi a Mikey, quien tenía una linda sonrisa casi oculta en su bufanda roja.

—Perdón la tardanza. —se quitó los zapatos y entró a la casa dejándome un corto beso en los labios—. Tengo hambre, Maya.

—Ven, en la cocina está toda la comida.

Me siguió hasta la cocina y chilló de la alegría cuando vio aquel mesón de mármol repleto de cosas para comer. Lo miré, sus mejillas estaban rojas y sus ojos negros brillaban un poco.

—¿P-puedo? —juré ver un hilo de baba caer por la comisura de sus labios. Asentí, enternecida por su actitud.

Mikey prácticamente se lanzó a la comida y yo me senté a su lado comiendo una que otra cosa. Apoyé mi cara en mi mano y miré su carita toda feliz mientras comía todo lo que podía. Dios, me encantaba este hombre.

—Mikey.

—¿Uh? —me miró. Sus mejillas tenían un poco de glaseado, así que con mis dedos lo limpié.

—Estaba pensando ir a ver a Kazutora. Es navidad y me sabe mal que lo pase encerrado en un día así.

—Que linda eres. —sonrió.

—¡Ya!

Él rió—. ¡Es verdad! —bebió un poco de chocolate caliente—. Es muy lindo que te preocupes por los demás. Desde niña siempre has sido así, aunque conmigo eras un demonio.

—¿Qué? —reí—. El demonio eras tú, Manjiro. ¿Cuántas veces me tiraste al barro cuando éramos niños? Ni siquiera con los dedos de mis pies alcanzan las cantidades.

—Es que no lo podía evitar. —estiró un cupcake hacia mí—. Vamos, muerde. Es tu favorito.

Me incliné para poder morder el pastelito, pero envés de eso, los labios de Mikey se posaron sobre los míos. Me quedé sorprendida y pude sentir que él sonrió antes de comenzar a besarme con lentitud. Sus manos estaban en mi cintura y me estremecí cuando sentí sus cálidas manos tocar mi piel. Un jadeo escapó de mis labios cuando sus manos siguieron subiendo hasta el broche de mi sujetador. Su boca sabía dulce y me encantaba porque siempre eran así. Él siempre sabía dulce.

—U-un momento. —me separé levemente, respirando de forma agitada.

—¿Uh? —me miró. Sus ojos negros se veían más oscuros causándome un leve escalofrío.

—Comamos esto, ¿Si? —maldición, mi cuerpo temblaba. ¿En serio este enano ocasionaba tanto en mí?

Él sonrió con burla y yo puse los ojos en blanco.

—¿Comerás el pastel? —nuevamente lo dirigió a mí.

—Temo que me vuelvas a besar.

—¡Ya! Admite que beso bien.

Always with U || Sano ManjiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora