Capítulo 64

595 69 26
                                    

Subí al auto luego de haberme cambiado de ropa, ya que de verdad estaba odiando ese vestido ahora. Me había mojado un poco con la lluvia, pero alcancé a llegar al auto de Kenji antes de que terminara más empapada. De haber sabido que ese edificio era en donde Kanto Manji tenía su escondite, entonces mejor no hubiese ido. Mi corazón aún latía de tan solo recordar aquel beso que había alterado todas mis hormonas y pensamientos hacia él.

Sentir el cálido tacto de sus labios después de tanto tiempo me provocaba nostalgia, pero en definitiva había odiado su personalidad. Sea falsa o no, lo que menos me gustaba de los hombres es que fueran así de celosos y posesivos. Subí mis piernas al asiento del copiloto sin antes haberme quitado las zapatillas.

—¿Estás bien? —Kenji se detuvo frente a un parque de diversiones.

—Sí.

—¿Segura? Cuando ese chico apareció fue como si hubieses visto un fantasma.

—Él era Manjiro. —solté sin dejar de mirar las gotitas que caían sobre el parabrisas. Seguía lloviendo fuerte.

—Manjiro... ¡¿Tu ex?! —exclamó sonando sorprendido.

—Ajá.

Hubo unos minutos de silencio en donde solo el tic tac del odómetro se escuchaba. Ah y claro, la lluvia. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero pasé mis manos por estos antes de que solo una cayera.

—Perdón por haberte besado.

—A-ah, tranquila. Después de todo, siempre supe que no te podías olvidar de él. —lo miré como un cachorro, sintiéndome peor persona después de oír eso—. Siempre que hablabas de él tus ojos brillaban y se veían preciosos. Llegué a pensar que algún día también brillarían así cuando hablaras de mí. —soltó una risa nasal—. Que tonto, ¿No? —se volteó a mí con una sonrisa que ocultaba todo el dolor que estaba sintiendo.

La primera tanda de lágrimas cayó y abracé más fuerte mis piernas en un intento de buscar consuelo.

—Lo siento tanto... Soy una mierda.

—Tranquila, Maya. —me sonrió, tomando mi mano—. Yo realmente espero que Manjiro-kun y tú vuelvan a estar juntos porque de verdad que odio ver que gracias a él es que te ves más apagada.

—Él no tiene la culpa. —lo defendí.

—Maya...

—No digas nada, por favor.

—Lo siento.

Otro silencio más. Mi vista se vio atraída por la cantidad de gente que había comenzado a salir del parque de diversiones de manera desesperada. ¿Qué demonios? Entonces vi que dos personas con capucha y mascarillas salían de ahí asustados y mirando tras de sí como si alguien viniera tras de ellos. Me saqué el cinturón de seguridad y me coloqué las zapatillas rápidamente. Abrí la puerta, sintiendo cómo el fresco aire chocaba contra mi piel y la lluvia me empapaba.

—¡¿Amaya?! ¡¿Dónde vas?!

—Kenji, vete a casa.

—¿Qué? No, ni loco te dejo sola a estas horas.

—¡Maldición, que te vayas a casa, cualquier cosa te llamaré!

Cerré la puerta y comencé a correr hacia el interior del parque de diversiones. Algunas personas chocaban conmigo, pero yo no me detenía ni siquiera a pedir disculpas. Algo estaba sucediendo en este lugar y no me causaba muchas buenas vibras. Mi celular comenzó a sonar, así que detuve mis pasos para refugiarme bajo un techo.

—¿Diga?

Amaya, ¿Dónde estás?

—¡Inupi! Estoy en el parque de diversiones.

Always with U || Sano ManjiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora