Capítulo 66

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Todo era un verdadero caos en este lugar. Era, literalmente, un mar de personas de aquí para allá peleando por la reciente muerte de Ken, en el caso de Brahman y Rakohura. Me había separado hace un buen rato de Takemicchi y los demás porque me empujaron lejos de aquí. No había dado con Mikey todavía porque seguramente él estaba al otro extremo de este gran lugar.

Tomé un fierro que encontré en el suelo y miré de reojo a la persona que venía corriendo hacia mí. Me agaché y rápidamente me puse de pie para dar una vuelta sobre mi eje y pegarle en todo su cuello con ayuda del palo. Fruncí el ceño levemente, mirando como varios de la Kanto Manji me miraban algo sorprendidos y asustados. Yo estaba nerviosa. Hace dos años que no me metía en peleas y aunque mi técnica no se había perdido mucho, sabía que intacta no iba a salir de aquí.

—Es la perra de Mikey.

—¿Podemos acaso hacerle algo?

—El jefe no se va a enterar.

—Idiotas —mascullé—, ¿Cómo hablan de mí como si yo no estuviera presente? —alcé el fierro y levanté el mentón del tipo frente a mí que me miró algo asustado—. Ya dejen de decirme que soy la perra de Mikey. ¡Nunca lo fui, maldición! Soy Takahashi Amaya, y espero se les quede guardado en sus cabezas huecas por las buenas.

—S-sí.... —la voz de ellos tembló.

—Bien —quité el fierro del mentón del sujeto y me alejé un poco—, ahora fuera de mi vista antes de que acaben como su amigo en el suelo sin poder moverse.

Ellos desaparecieron de mi vista en cosas de segundos. Suspiré y miré el fierro que tenía algo de sangre. Me puse de cuclillas para comprobar que el tipo estuviese respirando y me relajé cuando fue así. Intimidar y dar golpes luego de años sin hacerlo me hacía sentir extraña. Comencé a caminar entre este lugar. Los gritos, el olor a sangre y sudor me aturdían bastante. Solamente quería encontrar un rostro conocido y sentirme segura entre todas las personas, pero era imposible, entre más buscaba más caras desconocidas se hacían presentes.

Había un tipo demasiado alto que lograba verse entre toda esta multitud. Decidí acercarme solamente porque sabía que ahí habría gente conocida, pero tampoco me generaba confianza porque era de la pandilla que me estaba buscando junto a Takemicchi.

—¡Amaya! —me volteé para mirar a Sanzu con mis ojos entrecerrados. Era extraño verlo después de dos años y para peor actuando de una forma completamente distinta a la última vez que nos vimos.

—¿Qué?

—¿Por qué te uniste a Brahman? ¡¿Por qué traicionaste a Mikey?!

—¿De qué estupideces estás hablando, Haruchiyo? —mi ceño se frunció.

—Lo sé todo. ¡Todos sabemos que te uniste a Brahman! El que traicione al rey debe... debe morir. —se tiró hacia mí, pero alcancé a poner el fierro delante de mí antes de recibir el golpe. Mis ojos se abrieron un poco más.

—¡¿Qué demonios dices?! Yo no traicioné a Mikey en ningún momento.

—El ya no estar a su lado te hace ser traidora. ¡Debiste quedarte con él! ¡Incluso me lo prometiste! —en sus ojos se podía ver un poco la decepción, pero no me preocupé porque estaba concentrada en no perder la fuerza en mis brazos.

—¿Acaso sabes las putas razones para que yo ya no esté a su lado, Sanzu? —gruñí. En unos segundos ya no sería capaz de aguantar más y terminaría por caer y ser golpeada por Akashi—. ¡No hables si no sabes nada, idiota!

Perdí la fuerzas en mis brazos y cuando creí que el golpe venía, alguien golpeó a Sanzu en toda su mejilla mandándolo lejos de mí. Boté el aire que por un momento había mantenido y miré a Ran entre sorprendida y agradecida. No sabía que pertenecía a una pandilla.

—Creo que tu estilo de pelea no es con armas, Amaya. —me sonrió de lado—. Mejor observa y aprende del mejor♡.

—Ran... gracias. —hice una pequeña reverencia.

Alguien me tomó de los hombros y me alejó un poco de la pelea que se iba a formar entre Sanzu y Ran.

—¿Por qué estás aquí?

—Yo... llegué aquí por casualidad.

—Ya veo.

—No sabía que Ran y tú habían terminado en esta pandilla. —miré a Rindou algo desconfiada.

—Y nosotros tampoco sabíamos que eres parte de Brahman.

—Tengo mis razones.

—Nosotros tenemos las nuestras.

Suspiré y rasqué mi nuca.

—Es peligroso que estés aquí. —me miró fijamente. Se acercó más a mí, su aliento acarició mi oído cuando habló, causándome un escalofrío poco agradable—. South está en busca tuya.

—¿Qué quiere de mí?

—Hay muchos rumores de ti en casi todo Japón. —dijo alejándose de mí para observar a su hermano mayor pelear—. Y él quería reclutarte desde que supo que quizás estarías en prisión junto a nosotros.

No dije nada. Simplemente miré a todas partes, encontrándome con Wakasa, Benkei y Takeomi a mi izquierda y a Mikey a mi derecha. A su lado estaba Koko, quien me miró confundido. Manjiro a su lado desvió su mirada a mí, pero no había ninguna expresión en su rostro ni alguna intención de acercarse a mí.

—Yo... voy y vuelvo.

—¿Irás con Mikey?

—No, iré con Waka-san.

Caminé hacia el lado contrario, acercándome con rapidez a Wakasa antes de ser golpeada por unos de la Kanto Manji que estaban como locos peleando contra los de Brahman y Tandai. Me puse en posición de batalla, ganándome una mirada confundida de Benkei, Imaushi y Takeomi. Sin embargo poco me importó cuando vi a aquel hombre que medía unos dos metros. Su sonrisa se amplió cuando sus ojos chocaron con los míos.

—¡Bravísimo! ¡Si es Takahashi Amaya!

—No sé qué es lo que quieres de mí, South. —fruncí el ceño—. Pero no me tendrás tan fácil.

—¡Vivo! ¡Esta actitud es la que me mantiene vivaz!

Tenía un raro acento.

—Amaya, te recomiendo irte de aquí. Este sujeto no es un juego para enfrentarse con él a la ligera. —me dijo Benkei.

—¿Y quién dijo que me lo estaba tomando a la ligera?

Un grito de alegría salió de la boca de South y yo lo miré desafiante. No sabía en qué me estaba metiendo ahora, pero si pelear era la única solución que teníamos para esto... entonces debíamos hacerlo sí o sí.

Always with U || Sano ManjiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora