Always with U || Sano Manjiro

Capítulo 27

⚠️Capitulo extenso.

Mis ojos observaban con cuidado la vista desde este edificio. De vez en cuando podía ver el reflejos de éstos encontrándolos sin brillo. Solté un pesado bostezo y el chico que estaba a mi lado picó mis costillas. Me volteé a verlo completamente ofendida.

—Oye, me dolió. —me quejé tocando la zona—. ¿Qué mosco te picó, Chifuyu?

—Has bostezado todo este tiempo, Amaya. Me contagias. —puso los ojos en blanco.

—"Me contagias". —le hice burla y puso mi dedo índice en la punta de su nariz. Él se puso bizco por unos segundos y volvió a mirarme con pesadez—. ¡Ya! Pareciera que estás más irritante que cuando cumpliste los quince, Chifuyu. Te recuerdo que soy tu superior y me tienes que tener respeto.

Él mordió mi dedo índice y yo abrí mi boca ofendida. Chifuyu me regaló una sonrisa burlona. Suspiré y seguí mirando a la ciudad, hasta que la puerta se abrió.

—¡Hola, gracias por recibirnos!

—Y ya llegó la estrella de esta velada. —me di la vuelta mirando a Takemicchi con una gran sonrisa. Caminé hacia él con los abrazos abiertos—. ¡Takemicchi! —lo abracé por los hombros.

—¡¿A-Amaya?! —se veía sorprendido.

—Pues sí, ¿quién más va a ser? —me separé de él mirándolo con el entrecejo fruncido.

—Tu cabello ya no es azulado.

—¿Azulado? Dejé de tener ese color hace doce años. —hablé confundida.

—Ya Amaya, no confundas más a Takemicchi, vamos, tenemos una reunión administrativa. —me tomó de la mano y prácticamente me jaló hacia la salida.

—Amaya-chan, ¿qué pasó con tus sueños? ¿Administras los complejos policiales? —me habló Takemicchi así que lo miré sobre mi hombro para responderle. Chifuyu seguía jalando de mí como si fuera una maleta.

—Algo así. Soy dueña de muchos en Shibuya. —respondí con cierta tristeza.

—Pero... —él lucía triste.

—No pasa nada, después de todo era lo que tenía que hacer. Sin embargo, ni loca dejaba a Chifuyu solo, después de todo le prometí a Baji cuidar de él. —le sonreí—. Así que ahora soy una administrativa de Toman.

Takemicchi lucía más que confuso y sabía que era por el tema de su habilidad, pues yo era la única que lo sabía en el tiempo que él estuvo en el pasado. Caminamos por un callejón hasta llegar a la zona en donde todos los administradores de la Tokio Manji se reunían. Yo también era parte en este sitio, así que me recibieron con mucha calidez y miré la gran cantidad de comida que había aquí.

—¡Am-chan, te guardé Yakisoba!

—¡Gracias, Nahoya! —le agradecí y comencé a comer, esto estaba maravilloso—. Hey, ¿por quién esperamos? —cuestione, mirando a cada uno de ellos y señalándolos con mis palillos.

—Por Mitsuya.

—A los otros que no están aquí. ¿Dónde está mi puto pollo frito? —habló Pah-chin furioso. Yo reprimí una carcajada—. ¡Oi Amaya, no te rías! —le saqué la lengua mostrándole la comida toda masticada y él hizo una arcada—. ¡Ugh, eres una asquerosa!

—Aún así me quieres. —le lancé un beso junto a un guiño.

—Oye, ¡cerebro de mierda! El arroz frito viene al final, tetera de calva. —le gritó Nahoya.

Me atraganté con un fideo y comenzó a reír escandolosamente junto a Nahoya.

—¡¿Uh, cerebro de mierda?! ¡¿A quién crees que le dices cerebro de mierda?! ¡Y dejen de reírse, Amaya!