Una chica encantadora llegará a la vida de los príncipes de Asgard y tendrán una hermosa amistad desde pequeños, pero más adelante desataría una rivalidad entre los hermanos por su amor al entablar una clase de triángulo amoroso con los dos... ¿Con...
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Narración omnisciente.
Al día siguiente.
El millonario y la diosa se encaminaron a la base de los vengadores, luego de que el día anterior esta pudiera convencer a su amigo de crear el artefacto perfecto para ejecutar el plan de el hombre hormiga, que después de todo, no fue tan loco como pensaban.
La melodía de Safe and Sound, de Capital Cities resonaba dentro del auto en el que iban los amigos, la ojiverde se movía al compás de la música desde el asiento del copiloto, al mismo tiempo que su amigo tarareaba la letra de la canción; cuando estaban llegando al lugar, subieron la velocidad del auto, al ver a lo lejos al capitán américa con una expresión desconcertante, finalmente, llegaron al lado del rubio, y bajaron la ventana.
—Hola, cap. —saludó la mujer, sonriente.
—¿Por qué la cara larga? —preguntó Tony— No me digas...
—Se convirtió en un bebé. —murmuró la chica rodando los ojos— Te debo veinte dólares, Stark.
—Además de otras cosas, ¿qué hacen aquí?
Ambos amigos bajaron del auto.
—Es peligroso, alguien debió decirles que no lo hicieran, pero para eso estamos aquí.
—Tú lo hiciste. —recordó Steve.
—Tiene razón, Tony. Pues, agradezcan que vinimos, porque lo resolvimos —murmuró sonriente, para luego mostrar el artefacto que crearon— Un gps de tiempo-espacio funcional, además de que Stark tiene algo que decirte.
El rubio miró al millonario.
—Resulta que el resentimiento es conocido y lo odio.
—Igual yo.
—Es importante encontrar las gemas, pero tengo que decirte mis prioridades: recuperar lo perdido, yo espero que sí, conservar lo presente, obvio, a toda costa. —aclaró.
—No olvides no morir en el intento. —recordó la diosa, con una sonrisa.
El capitán asintió, y extendió ambas manos a los otros dos.
—Tenemos un trato. —aceptó, estrechando las manos con sus amigos.
Luego de unos momentos, Tony se acercó al maletero y lo abrió, para después sacar el escudo del hombre.
—Tony, no lo sé. —dijo inseguro.
—¿Por? Lo hizo para ti, además tengo que sacarlo del garaje, antes de que Morgan lo use de trineo.
Le entregó el escudo.
—Gracias, Tony.
—Cap, ¿guardamos el secreto? A los demás sólo les traje a ___, que no es digamos que el mejor regalo. —bromeó.
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