Elígeme [Thor, Loki y tú]

[Síntomas]

Unas horas después...

Caminábamos hacia la nave de Quill, ya no tenía mi vestido de novia, ni Thor su traje; la cancelación de la boda no fue una sorpresa para nadie, por lo cual, fue mucho más fácil de lo que esperaba, sin embargo, alguien que no asistió que aún no lo sabía.

Loki.

Nuestras manos estaban entrelazadas, moviéndose al compás de nuestra caminata.

Ambos sabíamos que era una despedida.

Paramos, observando la gran nave allí parqueada, nos giramos de forma que quedáramos frente a frente, aproveché eso para detallar su rostro, su cabello rubio, que tantas veces había acariciado, sus ojos, que tantas veces habían brillado al verme y que aún seguían haciéndolo, su barba, que muchas me picó cuando nos besábamos.

Cada momento juntos, cada risa, cada paseo por los jardines de Frigga, cada entrenamiento juntos, cada beso, cada abrazo, cada noche juntos con nuestros cuerpos abrazados en la cama, cada palabra... Siempre estará guardada en mi corazón.

¿Las cosas hubieran podido ser diferentes?

El me miraba de la misma forma que yo a él, cada uno quería tener un recuerdo permanente del otro, tanto de las cosas buenas y de las cosas malas.

Nos amábamos, de eso no había duda, y ese amor nunca se extinguiría.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —preguntó acariciando mi cabello.

—Claro —sonreí— Las que quieras, cariño. Siempre y cuando te tenga cinco minutos más.

El suspiró con una sonrisa, mientras su caricia continuaba.

—¿Me amaste?

—Thor... —le tomé el rostro delicadamente— Te amé, de eso no cabe duda, pero... siempre lo amé más a él.

El asintió, comprendiendo mis palabras con un leve dolor.

—¿Puedo darte un último beso?

No respondí, simplemente acerqué mi rostro al de él, lo cual entendió en seguida, porque unió nuestros labios en un beso.

Un beso sabor a despedida.

Me dolía que se fuera, después de tantos años siendo amigos, familia, pareja; pero sabía que quería averiguar quién quería ser en realidad, lo apoyaba y lo entendía totalmente.

—Te voy a extrañar. —parpadeé varias veces para evitar llorar.

—Yo a ti también, cariño. —en seguida me abrazó con fuerza, hasta que me soltó repentinamente y me miró extrañado.