Elígeme [Thor, Loki y tú]

[Extra I]

Epílogo.

Cuatro meses después.

05:21.

Unos constantes dolores en la parte baja de mi ombligo me hicieron despertar, intenté respirar profundo, tratando de que el dolor se fuera, hasta que sentí el lado de mi cama mojado.

—Loki, Loki —lo zarandeé— La bebé... la bebé ya viene.

Mi ahora esposo abrió los ojos a toda velocidad, sentándose ahí mismo, mientras posaba una mano en mi vientre.

—¿¡Estás en labor!?

Asentí rápidamente, respirando pesadamente.

El pelinegro actuó al instante, tomándome en brazos mientras me abrigaba con una de las mantas y bajaba a toda velocidad las escaleras, importándole muy poco estar descalzo; salimos de la casa, corriendo hacia la casa de la Valquiria, que estaba a unos cuantos pasos, en cuanto llegamos, Loki comenzó a golpear incesantemente la puerta, hasta que ella abrió.

—¿Qué sucede?

—___ está en labor de parto. —dijo apresurado.

—¡Por los cielos! ¿¡Qué vamos a hacer!? El hospital está muy lejos.

—Tendremos que hacerlo nosotros.

Brunhilde se movió para dejarnos entrar, mientras mi esposo me colocaba en el sofá y se movía rápido, al igual que la morena, mientras yo me aferraba con fuerza al sofá y trataba de regular mi respiración.

En ese momento ambos llegaron hasta a mí, con una gran tina llena de agua, una toalla y dos pares de guantes.

—De acuerdo, amiga —murmuró, acariciándome el rostro— Vas a tener a tu bebé, tú puedes.

Por primera vez en todo mi embarazo, me sentí totalmente nerviosa y llena de pánico, por lo cual negué con la cabeza rápidamente, mientras las lágrimas salían de mis ojos.

—No puedo hacerlo, no puedo, tengo miedo.

En ese momento sentí un apretón fuerte en mi mano, me giré hacia Loki, que me besaba varias veces el dorso de la mano.

—Preciosa, has vencido a miles de enemigos, sobreviviste a las gemas del infinito, eres una de las diosas más poderosas del universo —musitó— Esto es un parto, lo tienes ganado.

Sentí tranquilidad al ver sus ojos llenos de alegría, nervios, emoción, pero sobretodo de amor, por lo cual respiré profundo y asentí.

—Yo puedo —apreté su mano— Yo puedo.

—Aquí vamos, linda. ¡Puja!

Hice caso a las palabras de la guerrera, concentrando toda mi fuerza en el parto.