5

40.2K 4.8K 2.7K
                                    

Travis

No conozco mucho a la mujer con la que estoy a punto de almorzar, pero luce ligeramente ensimismada.

La semana se pasó con algo de lentitud y no veía la hora de que el fin de semana llegara para poder conocer un poco más a la chica. De hecho, en la cena con mi madre, estaba tan distraído pensando en las cosas que me gustaría poder hacerle a la rusa, que no dejó de llamarme la atención y terminé por irme, declinando el postre.

¡Jamás rechazaría el postre en condiciones normales!

—¿Quieres una ensalada?— le pregunto, simplemente para llamar su atención.

—¿Por qué querría una ensalada?— me cuestiona—. Necesito algo con más calorías que una ensalada, Travis.

—¿Qué quieres comer, entonces?

Se encoge de hombros.

—Podríamos pedir el menú del día, hoy me siento valiente— me da una sonrisa leve, que no llega a sus profundos ojos verdes y yo me pregunto qué le habrá pasado para estar así.

Usualmente, ya me hubiera mandado a la mierda unas tres veces.

Me preocupa.

—Me parece bien— estiro mis pies debajo de la mesa, rozando su pantorrilla sin querer y sus ojos se clavan en los míos con cierto enfado—. Lo siento, piernas largas.

—Ajá— ella hace exactamente lo mismo, por lo que nuestras piernas quedan prácticamente entrecruzadas por debajo de la tabla y me sonríe—. Mismo argumento.

—Deberías ser más original— me quejo.

—Tú deberías dejar de ser tan descarado— me riñe.

Yo le sonrío. Quizás no se da cuenta, pero toda esta estimulación verbal me excita, sobre todo cuando ella juega a hacerse la desinteresada. Sin embargo, puedo ver sus pezones erguidos contra la fina tela del vestido que trae puesto.

¿Está sin sujetador?

—Bienvenidos a El rincón oriental, mi nombre es Misha — se presenta la mujer que parece que va a atendernos. Me da un repaso atrevido, que se centra más en mi cabello largo, que parece ser algo exótico para las mujeres en general y luego, nos sonríe a ambos—. ¿Puedo traerles el menú o ya saben qué ordenar?

—Queríamos el menú del día— le respondo yo—, y para beber...

—Vino blanco, dulce— habla Adabel esta vez.

—Por supuesto, se los traeré en unos minutos— la mujer nos da una sonrisa breve antes de alejarse. Antes de que pueda decirle algo a la mujer de cabello castaño y ojos verdes, dejan vasos con agua frente a nosotros.

Ambos murmuramos un agradecimiento, instantes previos a que el teléfono de la rusa suene.

—Lo siento— ella apaga lo que parece ser una alarma y la veo dejar una tira de pastillas pequeñas en la mesa, antes de sacar una y ponerla en su boca.

—¿Estás enferma?

—Anticonceptivos— murmura, luego de beber un sorbo de agua. Las mejillas se le tiñen ligeramente de rojo y me sorprende, porque no parece ser la mujer que se avergonzaría de tomar anticonceptivos.

Frunzo ligeramente el ceño, creyendo que tal vez ella los toma porque está en algún tipo de relación y me ha dicho que sí para vernos, simplemente porque he sido insistente.

—¿Algún novio o novia?

—Nadie que importe— me responde vagamente—. ¿Qué hay de ti, Travis? ¿Algún chico o chica que te reclame como suyo?

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora