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Hoy no sufren, pero tampoco se ilusionen, eh *sorbito malvado*


La amiga de Owen no se queda mucho tiempo, porque debe irse. No le presto atención a sus excusas, porque me siento cansada.

Parece ridículo decirlo, cuando no he hecho más que estar en la cama pero así me siento y, cuando Katerina se va, el alemán me observa.

—¿Cómo te sientes?

—Algo cansada — admito —, lo que parece ridículo, teniendo en cuenta que he estado en cama por más de veinticuatro horas.

Me sonríe.

—Fabricar un bebé debe ser agotador — dice —. Por cierto...

Se calla cuando mi teléfono suena y veo la videollamada de Travis.

—Es él.

—Lo sé, hasta aquí huelo la peste a salvaje — resopla y se acomoda en el sofá al costado de la cama mientras respondo a la llamada.

—Hola — le sonrío.

—Hola, cariño.

—Cariño, te llama "cariño"... Mira lo que has hecho con mi amigo— se queja Owen en un resoplido.

—¿Owen está allí?— me pregunta Travis.

—Si, está quejándose porque tú eres dulce y él es un idiota — murmuro.

—Owen, no seas un imbécil — dice en tono más alto para que el ex militar lo escuche.

El alemán resopla y camina hacia la cama de hospital donde estoy, arrebatándome el teléfono para mirar la pantalla.

—¿Tengo que recordarte lo que sucede cuando peleas conmigo, salvaje?

Frunzo el ceño.

—¿De qué hablan?— me acomodo, intentando mirar la pantalla.

—De nada —me responde Owen —, no seas un novio meloso e insoportable, Travis, que no te soporto.

—Agradece que no soy tu novio, entonces.

—Oigan...

Owen se aleja, quitándome la posibilidad de recuperar el móvil.

—¡Convenceré a la mini bestia de que eres un mal padre! —vocifera.

—Owen... —me quejo.

—Dime que... dime que no acabas de llamar bestia a mi hijo, Owen.

—Si, lo hice, ¿y qué? No sé qué esperas de la unión de una víbora de cascabel y un hombre con el síndrome de Tarzán.

—Owen, deja de provocarlo — resoplo.

—Es divertido — me sonríe antes de devolverme el teléfono —. Dile que no te he visto en ropa interior.

Travis se queja mientras el alemán se ríe y se aleja, hasta salir del cuarto y darme algo de privacidad.

—Lo siento, Owen es... Owen — digo, sin muchas explicaciones.

Travis suspira y lo observo en la pantalla. Luce cansado y estresado y desearía que esto fuera más sencillo para poder estar juntos.

—Le dijo bestia a nuestro hijo.

Me río.

—Si, pero creo que es dulce — sonrío.

—No me lo parece.

Sonrío.

—No seas gruñón, Travis.

Me observa en silencio.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora