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Soy fan de este capítulo <3

PD, ¿Me quieren dejar sugerencias de nombres? CREO que ya lo tengo definido, pero gustaría leer sus opciones... y sus apuestas, ¿mini bestia es niño o niña?

Travis

—¡Ada!

Con un resoplido, apoyo mi cabeza contra la puerta de madera del baño.

Cuando vine aquí, no esperaba que la segunda noche juntos, ya tuviéramos problemas.

Tras proponerme matrimonio y decirle que no, Adabel saltó de la cama, se encerró en el baño y llevo más de diez minutos intentando razonar con ella.

—Vete — me dice. Tiene la voz ahogada.

—Ada... no seas caprichosa, vamos —suspiro —. Regresa a la cama, por favor.

—Déjame.

Cierro los ojos y cuento hasta diez, intentando mantener la compostura.

—Estás enojada, lo entiendo, pero no vas a dejar de estarlo si no me escuchas — se queda en silencio —. Piensa en el bebé, no puedes quedarte toda la noche encerrada en el baño. Hace frío.

—Tengo un caloventor.

Suspiro.

—Ada, cariño, no seas terca —insisto —. Abre la puerta para que podamos hablar — se queda en silencio y cierro las manos en puños, nervioso por todo esto —. Bien. Escucha, esto es sencillo — determino —, si no abres la puerta, lo haré yo, pero no va a ser bonito y no quiero que te alteres. Coopera.

La escucho respirar profundamente y luego, sus pasos descalzos apenas se oyen hasta que gira el seguro de la puerta y esta se abre. Sus ojos están llenos de lágrimas y lucen enrojecidos, pero no me deja verlos por mucho tiempo, porque pasa por mi lado, caminando hacia un mueble donde está la ropa de cama y la observo agarrar una almohada y mantas.

Si no supiera lo mucho que esto puede afectar al bebé, me reiría por lo obstinada que está siendo.

—Con permiso — me dice con brusquedad, cuando me interpongo entre ella y la puerta de salida.

—¿A dónde crees que vas?

—A otra habitación.

Me llevo las manos al rostro y suspiro.

—Por Dios, Adabel, estás haciendo una tontería y ni siquiera dejas que te explique.

—¿Qué quieres explicarme? —exclama con enfado mientras más lágrimas caen de sus ojos. Me acerco a ella pero retrocede y el rechazo me golpea como agua helada.

—No te dije que no porque no quisiera — expreso rápidamente—, pero, ¿me puedes escuchar?

Niega.

—Estoy enfadada.

Sin poder evitarlo, sonrío.

—Eso está claro— me frunce el ceño, todavía con las mantas que tomó apretadas contra su pecho. Con un movimiento cauteloso, estiro mi mano y se las quito, aunque me lleva unos cuantos segundos, porque no las deja ir—. ¿Por qué no te metes en la cama, dormimos y lo hablamos por la mañana?

—Porque no quiero dormir contigo —me espeta —, y si te acuestas a mi lado probablemente intentaré matarte.

Trago saliva y la observo. Está realmente enfadada y no sé hasta dónde es, en realidad, enfado real y hasta donde es todo el cóctel hormonal que la tiene así.

Eres tú, imbécil.

—Está bien — alzo las manos, ofreciendo una tregua —, puedes meterte en la cama y dormir sola, ¿Quieres eso? — su mandíbula se tensa y no dice nada. Suspiro y la observo por varios segundos, antes de que me de la espalda y camine con paso enfado hasta la cama. Se mete en ella y se cubre hasta la nariz. Me froto nuevamente el rostro, camino hasta mi valija y me pongo ropa rápidamente antes de salir del cuarto—. Descansa, Bel.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora