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Un trueno resuena y un relámpago ilumina el lugar, haciendo que Karma se inquiete y se me acerque, buscando compañía.

La acaricio, sintiendo como si un lado entre nosotras creciera, porque compartimos la misma pérdida y lidiamos con el dolor del mismo modo.

Eventualmente, me duermo. Karma no se me despega y su cuerpo me calienta, a pesar de que también estoy dentro de la bolsa de dormir. Travis resopla varias veces, porque ella no deja que se me acerque y se acuesta al otro lado del lugar.

Paso mi brazo por su abdomen y me quedo dormida, detrás de la pantera que parece dispuesta a cuidar mi sueño.

El descanso no me dura mucho, porque me despierto. No sé qué me hace abrir los ojos, en realidad, pero una sonrisa me tira de la boca al ver que Karma está sentada en sus cuartos traseros y Travis está dándole comida.

—No puedo creer que deba sacrificar mi jamón para que me dejes dormir con la serpiente, pantera descarada— se queja el león—. Te haré dormir bajo la lluvia.

No me contengo, me río.

—¿Estás tan desesperado por dormir conmigo, lev? —cuestiono. Mi voz es un poco ronca y hace que él me mire y sonría.

—Puedo darte más calor que Karma— señala, aprovechando que la pantera está disfrutando del jamón para acercar su bolsa de dormir y ponerse a mi lado—. ¿Hice mucho ruido? Lo siento, no quería despertarte.

—Está bien, no te preocupes— ambos nos ponemos de costado y nos miramos. Apenas estamos iluminados por la luz del escritorio y los pasos silenciosos de Karma apenas se oyen.

—Me está respirando en la nuca— Travis finge un estremecimiento y yo me rio—. Quizás debería agradecerle a Karma por cumplirme la fantasía de dormir entre dos hembras dominantes.

Frunzo el ceño y le tiro ligeramente del cabello para que me mire.

—Con la única mujer dominante con la que vas a dormir es conmigo— le advierto.

—Serpiente, eres toda una celópata y posesiva— sonríe, como si eso no fuera un problema para él y yo suspiro—, deja que Karma crea que también pueda dominarme. Creo que es mejor eso a que me devore como su cena.

Cuando se mueve, hasta pasar uno de sus brazos sobre mí y asegurarse de ponerme contra él, resoplo.

—Me aplastas, cachorro.

—Tuviste a Karma sobre ti y no oí ninguna queja.

—¿Quién está siendo celoso ahora?— sonrío—. Además, Karma apenas pesa noventa kilos. Tú debes pesar el doble, con todos los músculos que tienes.

—Ese fue un comentario bonito, Adabel— dice. Sus ojos oscuros apenas son visibles en la oscuridad—. ¿Estás mejor?— pasa su pulgar por mi mejilla y yo sonrío levemente antes de decirle que sí—. No me gusta verte llorar, pero debo admitir que el verde de tus ojos resalta más cuando lo haces.

—Ese es un halago extraño, Travis— digo con cierto nerviosismo y me acerco más a él. Pongo mi mano sobre su corazón, repitiendo el ritmo de sus latidos dentro de mi cabeza—. Odio llorar— admito—, me hace sentir débil.

—Nacemos llorando, Adabel— murmura—, es una forma de liberarte de algo que te duele.

—¿Nacer duele?— intento bromear.

—Salir del útero, perder el ambiente conocido, la conexión con tu madre... eso duele.

Me remuevo, incómoda por mis pensamientos. No quiero imaginar cómo hubiera sido el nacimiento de Evi pero lo hago. ¿Hubiera llorado muy fuerte? ¿Y Braun? ¿Y yo?

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora