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Aún no puedo creerlo. Tengo tantas emociones peleándose en mi sistema que no sé a cual darle prioridad. Estoy feliz, asustada, nerviosa y otro montón de cosas.

Debería llamar a Travis. Es lo primero en lo que pienso, aunque también me gustaría decirselo de alguna forma bonita y no por teléfono.

¿Podría guardar el secreto hasta regresar?

Piensa, Adabel.

Limpiando las lágrimas, dejo la prueba en el baño y voy al cuarto, buscando el teléfono para escribirle a mi ginecóloga.

Le explico que estoy en Alemania, que me hice una prueba y que dio positiva. No sé cómo lo hago, en realidad, ni siquiera estoy segura de que mi voz sea mía, si soy honesta. Estoy tan nerviosa que debo poner la llamada en altavoz porque apenas soy capaz de sostener el teléfono en mi mano.

—Debes quedarte tranquila —me responde ella.

—Aún no se lo he dicho a Travis, quiero decírselo cuando regrese, pero...

—Lo entiendo, no te preocupes —habla —. Lo primordial, es que puedas hacerte una ecografía. ¿Hay algún centro de salud al que puedas ir y obtener una ecografía?

—Eso creo.

—Has una ecografía. No te pediré analisis de sangre u orina hasta que estés aquí y me interesa más ver cómo se está formando el feto, ¿está bien?

—Yo.... estoy nerviosa. Quiero decir, estoy intentando calmarme pero estoy algo asustada y estoy dola y tengo miedo y no...

—Adabel, respira, por favor — me dice —. Sé que estás nerviosa y asustada, pero haremos todo lo que podamos para que esto salga bien. Lo primordial es que puedas hacer la ecografía y enviarmela para que pueda verla.

—Está bien.

—Llámame si tienes alguna novedad y ante cualquier molestia, no importa la hora. Sé que la diferencia horaria es amplia, pero no importa si es de madrugada o lo que sea, llámame.

—Se lo agradezco.

—Cuando vea las ecografías, te recetaré ácido fólico y otras vitaminas para intentar que el embarazo sea lo más ameno posible, ¿está bien?

—Lo entiendo.

—¿Notas algo raro? ¿Tienes algún sangrado, molestia... tu flujo ha cambiado?

—Nada de eso. Ni siquiera... — los ojos me arden y me detengo —. Lo siento, estoy nerviosa.

—No te preocupes, es comprensible.

—Ni siquiera esperaba un positivo, no me hice ilusiones, porque sabía que las probabilidades...

—Es cierto que pocas mujeres lo logran a la primera —me dice —, pero... quizás seas de ese pequeño grupo.

No demoramos mucho más en la llamada y yo me quedo con una sensación extraña en la boca del estómago. Estoy feliz, asustada y tengo una angustia culposa que no demora en llenarme, por no haber esperado a Travis para hacer esto.

Me froto el rostro y regreso al baño para mojarme la cara e intentar aclararme. Sin poder evitarlo, me seco las manos y llevo una a la parte baja de mi estómago.

Me tiembla.

En realidad, todo mi cuerpo lo hace. Me siento como una gelatina.

Cierro los ojos y agradezco. Nunca he sido muy creyente en Dios, pero juro que en este momento estoy pensando en el de todas las religiones. También pienso en Evi, en mi primera bebé y sonrío.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora