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Adabel

Ya no soporto estar en Alemania.

Para el décimo día, estoy echando humo por las orejas y me siento de mal humor. No ayuda mucho el hecho de que vomité tres veces en la madrugada y apenas pude dormir. Quiero decir, me alegra tener síntomas de embarazo, pero, ¿no podía ser algo menos asqueroso que vómitos nocturnos?

Por la mañana, luzco como un felpudo, a pesar de que me he dado una ducha y estoy cambiando mi ropa. No suelo usar muchos colores en mi vestimenta, pero me pongo un abrigo color verde, del mismo tono que el sticker de la serpiente en WhatsApp. Hoy hace más frío y el invierno es evidente, especialmente con la ventisca fresca del exterior.

Me pongo algo de base para cubrir el cansancio de mi rostro y me maquillo los ojos levemente, antes de que Travis me llame. Es de noche, en casa y me replanteo si responder o no su llamada, porque sé que es perspicaz y notará que algo me pasa.

Aunque no responder tampoco es la solución.

—Hola, cachorro —murmuro, tratando de sonreír. La boca del estómago me arde y espero poder contener las náuseas por otro par de horas.

—Buenos días, Bel — me sonríe —, ¿qué tal tu noche?

—Dormí bien— me rasco el brazo y sonrío —, ¿qué tal tu día?

—Aburrido. Es extraño no poder ir a molestarte y tus serpientes comienzan a odiarme.

Sonrío. Al tiempo que lo hago, una punzada molesta me recorre el abdomen y creo que vomitaré.

—Oye... debo irme.

—¿Qué? Pero apenas son las nueve de la mañana allí — dice con el ceño fruncido.

Antes de que pueda excusarme, otra arcada me invade y salgo disparada hacia el baño, sin tener tiempo de apagar la videollamada. Escucho a Travis hablando desde la habitación y suspiro, cerrando los ojos tras vaciar el ácido de mi estómago en el inodoro. Me limpio la boca e intento recomponerme antes de regresar.

—La comida me cayó mal —me excuso.

—Tienes que ver a un médico, dile a Greg que te lleve a un hospital o algo — me dice —. ¿Qué demonios cenaron?

—Pollo con verduras asadas o algo así —me excuso, todavía con algo de malestar —, solo me cayó mal, creo que le pusieron mucho picante al pollo —miento —. Deberías ir a dormir.

—No, ve a hablar con Greg y que te lleve con un médico o lo haré yo.

—Por Dios, Travis, solo vomité —le respondo —, necesito ir a trabajar.

—Adabel, ve a un médico —insiste.

—De acuerdo —me rindo, aunque no pienso hacerlo. Sé que son síntomas del embarazo, pero no puedo explicárselo aún —. ¿Qué vas a cenar?

—Aún no lo sé — me dice con rapidez —. Ada... ¿Sólo son vómitos?

—Es la primera vez que me sucede, solo fue la comida.

No parece convencido.

—Escucha, sé que quieres esperar a regresar, pero... ¿Y sí...?

Dos golpes en la puerta de mi habitación lo interrumpen.

—¡Adabel, debemos irnos! — la voz de Greg resuena.

—Lo siento, Trav, debo irme.

—Bien... pero ve a un médico, por favor — repite. Lo noto nervioso y suspiro, sabiendo que se siente acorralado por no estar aquí. Si lo estuviera, me llevaría a un hospital aunque me negara.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora