A este capítulo lo titulo <El dramas>
Cuando terminamos la cena, yo siento que la misma energía de hace años me recorre.
Llevaba tiempo sin sentirme bien y no hay nada que esté deseando más que hacer que Travis termine con la maldita cena e ir a la habitación.
—¿Ya está?— Lo observo poner más verduras en su plato y él sonríe, con las mejillas hinchadas por lo que aún tiene en la boca.
—Lo siento, pero está demasiado bueno—se excusa, haciéndome reir—. Mi madre ya te advirtió que me gusta la comida, serpiente.
—Lo hizo— reconozco—, pero creo que se refería a su comida.
—Ambas me gustan— comenta—. Ya sabes si algún día quieres experimentar alguna receta nueva, puedo ser tu conejillo de indias.
—Qué dulce, Trav. Eso es bonito.
Resopla y se echa hacia atrás en la silla.
—Demonios, creo que voy a reventar— jadea—. Necesito un poco de digestión antes de que comiences con tus perversión, cariño.
—¿Mis perversión?
—Te veo muy ansiosa por ir al cuarto y eso significa que tienes algo perverso en mente— sonríe—. Si me azotas en estas circunstancias, te vomitaré.
Resoplando, niego y levanto los platos antes de que los brazos del león me rodeen con fuerza, alzándome del suelo para llevarme al cuarto.
—¡Travis!
—Sh, serpiente, no te pongas agresiva— me pide, antes de hacer que ambos caigamos en la cama.
—Eres un tonto.
—Lo sé— sin inmutarse, se acomoda contra el respaldar de la cama y enciende el televisor, buscando un canal donde pasan documentales sobre animales.
Con un resoplido, me quito los zapatos y me acomodo a su lado, aunque mantengo un poco de distancia, porque creo que me estoy convirtiendo en una melosa empedernida y no quiero asfixiarlo, pero estira su brazo y me acerca a él.
No dice nada y yo tampoco, aunque me distraigo jugando con un mechón de cabello que cae sobre su pecho. Por varios minutos, escucho al relator hablando sobre los marsupiales pero no me centro en ello.
—¿Por qué te lo has dejado largo?
—Cuando tenía veintitantos me fui de viaje, solo con un bolso y era fastidioso buscar barbería o peluquerías, así que lo dejé crecer. Me gustó cómo quedaba y lo mantuve así, ¿Por qué?
—Curiosidad— admito—. ¿Dónde estuviste de viaje?
—Brasil y buena parte de América del Sur.
—¿Qué tal es?
—Es precioso— admite—. ¿Qué tal es Rusia?
—Frío— admito—, pero es precioso a su manera, también.
No decimos nada más por un rato, hasta que el documental comienza a detallar los depredadores de los marsupiales y yo me aburro, porque no me aporta ningún conocimiento nuevo, así que comienzo a fastidiar a Travis, pasando mi dedo por su pecho, arriba y abajo de forma distraída.
—Demonion— resopla.
—¿Qué pasa?
—No puede ser que cualquier cosa que hagas me la ponga dura, Adabel— masculla.
Me río.
—Puedo ocuparme de eso— sonrío, bajando mi mano hasta la cintura de su pantalón y él se voltea ligeramente para ponerse sobre mí—. Creo que no entendiste el concepto, cachorro. Hoy no estás al mando.
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Veneno | SEKS #4
RomanceSERIE SEKS, LIBRO #4 Adabel Pavlov es veterinaria, especialista en serpientes. Cuando la contactan de una reserva ecológica en la misma ciudad el resto del Clan Pavlov vive, decide que es momento de reunirse con su familia y, en el proceso, reconect...