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Aún estoy consternada y no logro cerrar la puerta de mi departamento, con la maldita foto en mi mano.

Entiendo el enojo de Gemma, pero ella ni siquiera me dio tiempo a explicarme.

—¿Ada?— la voz de Travis me hace voltear—. ¿Está todo bien? Luces pálida— incapaz de decir algo, solo atino a cerrar la puerta.

Piensa en la nieve, piensa en el frío, piensa en el hielo.

Me toma varios minutos salir del estupor.

—Estoy bien.

—¿Qué tienes en la mano?

—Nada, solo es una tontería.

Con paso decidido, dejo atrás la entrada y voy a la cocina.

—Ada...— Travis me sigue y yo me agarro de la encimera con fuerza, soltando un resoplido.

—Lo siento, no estoy bien, ¿Podemos dejar la cena para otro día?

Me observa con determinación y parece dispuesto a negar, pero asiente.

—De acuerdo, necesitas espacio. Lo comprendo— carraspea—. ¿Estás segura de que quieres estar sola?

—Si, por favor— suplico.

—Bien...— se acerca, me da un beso corto y suspira—. Llámame si necesitas algo.

—Gracias— lo veo caminar hacia la entrada y me muerdo la lengua antes de decir—. Siento arruinar la cena, verás que es algo que sucede a menudo y... realmente lo siento.

No me dice nada. Se va de mi departamento cerrando la puerta con cuidado y cuando me quedo sola, me cubro el rostro con manos temblorosas y suelto muchos suspiros, hasta que comienzo a llorar.

Creí que las cosas iban bien pero ha sido un engaño de mi mente.

Ciertamente, Gemma me odia. El hecho de que desconfíe de mí como lo ha hecho, sin darme siquiera la oportunidad de explicarme, ha dejado en claro su opinión sobre mí.

Cuando reviso el teléfono, veo que tanto mi hermano como ella me han bloqueado y que tengo un mensaje de Nikolai.

Me gustaría que pudiéramos hablar — Nikolai.

No le respondo, ¿Para qué? Seguro me atacará para defender a la mujer que considera su familia, al igual que mi hermano. Es obvio que la pondrán a ella por encima de mí, incluso los que comparten mi sangre.

Es lo que me he ganado a pulso, al mantenerme lejos.

Me río por las palabras patéticas de mi hermano, semanas atrás cuando decidió que yo valía la pena y ahora ni siquiera me ha dejado explicar las cosas, sino que debe creer que soy una hija de puta, que pondría la reserva por encima de Gemma.

Quizás debería.

¿Quién demonios es ella para mí?

No, Adabel.

Soltando un chillido histérico, me convenzo de que podré hablar sobre esto en la terapia de mañana y solo cuando comienzo a sentir olor a quemado de la comida sobre el fuego, dejó de atormentarme.

Apago la ornalla, dejando todo a un lado y me voy al cuarto, dispuesta a dormir, a pesar de que apenas son las nueve.

Le escribo a Alan, esperando que pueda cubrirme la primera hora de mañana, porque necesito buscar un abogado para resolver el uso de mi imagen sin permiso.

La noche transcurre de forma horrible y lenta. No soy capaz de dormir mucho y me siento nauseosa cuando salgo de la ducha.

¿Te busco para ir a la reserva? —Lev.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora