Adabel
Algo me toca la mejilla, frunzo el ceño y me remuevo en la cama, dejando de hacerlo cuando una punzada me recorre el abdomen y recuerdo que he sido operada.
—Bel, la cena ya está lista— la voz de Travis es baja y cautelosa y ahora veo que son sus dedos los que me tocan la piel, mientras me observa.
—Hola— murmuro.
—Hola— dice—, dormiste toda la tarde y no has comido nada— me recuerda—. Mi madre preparó la cena.
—Oh, Dios, ¿Tu madre está aquí y me dejaste dormir?
Se ríe ligeramente, aunque la diversión no le llega a los ojos.
—Te perdona porque te han operado, pero dice que es una falta muy grave de tu parte— sé que es un chiste, pero de todos modos, me incorporo en la cama—. Deberíamos limpiarte las suturas antes de ir a comer.
—Está bien, yo lo haré— respondo—, no es algo difícil— añado.
—Deja que te ayude— murmura.
—Puedo...— me callo, controlando el primer impulso de decirle que no y me muerdo la lengua antes de intentar hacer una broma—. De acuerdo, pero espero que no te dé impresión y te desmayes porque no podré cargarte.
Me da una sonrisa leve, aunque sigue luciendo extraño y yo no quiero comenzar a pensar que se debe a cómo me vio, llorando y reaccionando a la noticia de que me quitaron un ovario. Quizás Travis se esté dando cuenta de que esto no es tan fácil y que acompañarme es desgastante.
—Vamos al baño— una vez allí, el lugar se siente diminuto con ambos dentro pero busca gasas limpias, iodo y un cicatrizante que se toma el tiempo de aplicar alrededor de los puntos, tras ponerse unos guantes.
—Creo que podría contratarte como mi enfermero personal— le digo. La voz se me pone más ronca, porque su tacto me quema y siento que han pasado años desde la última vez que tuvimos algo de intimidad, aunque solo ha sido anoche. Sin embargo, el león tiene algo que hace que, cada vez que me toque, me encienda.
—Bueno, mis tarifas incluyen besos y folladas, ¿Estás dispuesta a pagar?— bromea, cortando la cinta hipoalergénica para cubrir los puntos. Cuando termina, haciendo un trabajo en extremo prolijo y que hace que esto no se me haga tan difícil de sobrellevar, se señala la boca—. Tienes que pagar, serpiente.
Sonrío, antes de poner mis manos en sus mejillas y besarlo por varios segundos.
—¿Suficiente o debo seguir?
—Te faltan los intereses— esta vez, él me besa y, aunque es dulce y delicado, tiene ese trasfondo salvaje propio del león y sus manos me recorren con cuidado los costados antes de separarse unos centímetros—. Vamos a cenar, Bel.
—Está bien— me siento atontada por su cercanía y pienso culpar a los restos de la anestesia por ello. Me sigue fuera del baño y vamos a la cocina, donde está Clavel.
—¿Cómo te sientes?— me da una sonrisa cálida y maternal antes de acercarse y darme un abrazo.
—Estoy bien— me esfuerzo en sonreírle—, la comida huele bien.
—Preparé estofado— me acaricia la mejilla antes de poner la carne en los platos y los tres nos acomodamos en la mesa—. ¿Fue tu primera operación, Ada?
—Si... no...— recuerdo el día del aborto y no sé si considerarlo como la primera intervención quirúrgica—. Hace unos años tuve otra.
Cuando Travis carraspea, su madre no habla más del tema.
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Veneno | SEKS #4
RomanceSERIE SEKS, LIBRO #4 Adabel Pavlov es veterinaria, especialista en serpientes. Cuando la contactan de una reserva ecológica en la misma ciudad el resto del Clan Pavlov vive, decide que es momento de reunirse con su familia y, en el proceso, reconect...