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Travis

Ada parece demasiado tranquila mientras a mí me carcomen los nervios. Se supone que, si ella no está gritando de dolor o demostrando algún tipo de malestar, debería estar calmado, pero esto de ir a Moscú me pone algo ansioso.

Viktor conduce bien, con calma y sin ningún tipo de problema llegamos a la ciudad, donde estacionan cerca de un restaurante. Bajamos mientras él termina de acomodar el coche.

—¿Recuerdas a Adam? —la pregunta de Adabel me toma por sorpresa.

—¿Adam, el niño del orfanato? — asiente. La miro, esperando entender cómo es que llegó eso a su mente y porqué trae el tema a colación —. Sï, lo recuerdo.

—Isla me escribió para decirme que lo adoptaron —me da una sonrisa leve —, tendrá una familia.

Separo mis labios para responder, pero no digo nada.

—Eso es... bueno, ¿cierto?

—Supongo. Quiero decir, sí lo es. Tiene una familia ahora —me dice —, solo quería decírtelo —murmura, justo cuando Viktor camina hacia nosotros.

—Entremos antes de que se nos congelen los traseros —sonríe y los cuatro vamos dentro del restaurante.

De forma casi inconsciente, pongo mi mano en la parte baja de la espalda de Adabel y miro alrededor. Ella ni siquiera parece nerviosa y le sonríe a Brass cuando le dice algo.

—Oye... ¿Quieres pedir la comida? —me pregunta cuando ya nos hemos acomodado en la mesa. Ambos quedamos del mismo lado, frente a la otra pareja.

—¿Acaso crees que soy el extrovertido del grupo? —sonrío —. Mi ruso no está tan avanzado —añado. Parece encaprichada con hacerme hablar en su idioma, así que me acerco a ella y murmuro —, me gusta hablar ruso solo contigo.

Resopla.

—Pues...

—Pide tú, ya sabes que escucharte hablar en ruso me gusta —le doy como opción.

Me sonríe con descaro.

—Siempre buscando problemas en los restaurantes, cachorro — me sonríe y cuando una mujer rubia de ojos azules se acerca a la mesa con el uniforme del lugar, ni siquiera espero que las cosas sean tranquilas. La expresión le cambia incluso cuando ella solo dice hola y se apresura en pedir las cosas. Viktor me mira y pone los ojos en blanco. Cuando pide todas las cosas, tras preguntarnos y la mujer se va, me mira.

Antes de que pueda decir algo, mascullo:

—No comiences, Adabel.

—No he dicho nada —se excusa —, pero lo haré si se te insinúa.

Me cubro el rostro con una mano y suspiro. Brass se ríe.

—No debería reírme, porque los celos son malos, pero es gracioso como intenta ser posesiva — sonríe —, todos los Pavlov están igual de locos. Vete antes de que sea muy tarde, Travis, tú todavía estás a tiempo — se burla.

—Claro, porque a ti te he puesto unos grilletes y no te dejo escapar de mí, ¿cierto? — se queja Viktor.

—Ya basta —me quejo —. Ada no va a actuar como una celopata, va a comportarme —determino —, ¿No es así, Adabel?

—Lo intentaré.

—Y tú —señalo al fotógrafo —, deja de sugerir que la deje. Vamos a casarnos y estamos esperando un bebé.

Viktor me observa.

—Está bien, basta de pelear —sonríe —. Me das miedo cuando estás enojado.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora