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Friendly reminder de que, por más que los animales en esta historia son salvajes, se muestren en una reserva y demás cosas, es una historia de FICCIÓN, antes de que empiecen con las críticas de porqué pasa x o y cosa.

¡Disfruten de la lectura!

pd: De nuevo es actualización doble, así que esperen un cachito que subo también el 20

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Son casi las diez de la noche cuando Owen y Bruno se van. Yo siento las mejillas rojas y la piel caliente por la cantidad de cerveza que hemos bebido y creo que el estómago me va a reventar.

Cuando nos quedamos solos, ni siquiera es necesario limpiar, porque los hombres ayudaron, así que solo nos dejamos caer en el sofá.

—Las mejillas en rojo te quedan bonitas— Travis estira la mano y me agarra por el mentón, haciendo que sonría.

—Deberías ser de esos sumisos que solo se dedican a decir halagos— echo mi cabeza hacia atrás y suspiro—. Eres bueno en eso.

Travis se ríe y yo estoy a dos parpadeos de decirle todo y me siento patética por dejar que la excusa del alcohol me haga querer hablar.

—No me faltes el respeto, serpiente descarada— me regaña con un falso tono indignado—, que este fin de semana el control lo tengo yo.

Me río y con las piernas me impulso para ponerme sobre él.

—¿Vas a tener el control, oh señor león? —me burlo. Llevo mis manos a su cabello jugando con algunos mechones y él deja las suyas en mi cadera.

—Tú deberías dejar de buscarte problemas, Adabel— me advierte, presionando sus dedos.

Con el ceño fruncido, niego.

—No me gusta cuando me llamas Adabel.

—¿Por qué?— cuestiona—. Es tu nombre y es bonito.

—Tú me llamas Bel.

Sonríe levemente y sube una de sus manos a mi rostro, pasando su pulgar por el labio inferior.

—Realmente eres como Karma.

—¿Por qué lo dices?

—Porque te ves toda gruñona y cuando te acarician, te gusta.

Cierro los ojos, sin decir nada. Su mano se queda en mi mejilla y lo escucho suspirar, antes de que vuelva a mirarlo.

—Lo siento— murmuro—. Lo estoy intentando, Travis.

Asiente.

Se inclina y me besa de forma dulce, con ese calor que siempre irradia el león y luego, con sus brazos a mi alrededor, murmura:

—Vamos a dormir, Ada. Ambos necesitamos descansar.

Cuando estamos en el cuarto, de nuevo no sé qué hacer. Ambos nos acostamos sobre el colchón, boca arriba, sin tocarnos. De forma dubitativa, tomo su mano y él resopla. Yo me río.

—¿Qué pasa?

—Me siento como esos matrimonios viejos a los que les duelen demasiado los huesos como para abrazarse en la cama— admite.

Tras tragar saliva, lo suelto y me pongo de costado, acercándome. Paso mi brazo por encima de su abdomen y a él le toma menos de quince segundos moverme a su antojo hasta volver a la postura que yo llamo 'el abrazo de la boa constrictora'.

—Me estás ahogando— me quejo.

—Descansa, Bel.

—¡Travis, apenas respiro!— chillo.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora