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Adabel

El lunes es tranquilo.

Luego de haber dejado el departamento de Travis ayer, llegué a mi hogar y reflexioné. Me llevó toda la noche y buena parte de la madrugada, he de admitir, pero llegué a la conclusión de que el león no es dañino y que, de algún modo, me agrada tenerlo alrededor. Por ilógico que suene, la forma en la que me confunde, me hace sentir viva y son las primeras emociones reales que tengo desde que regresé de Alemania. No termino de aceptar que sean emociones positivas, pero son emociones, a fin de cuenta y es lo que cuenta.

Por la tarde, mientras pienso en que he invitado a Travis a una cena en mi casa, decido intentar reconciliarme con mi herida más grande y dolorosa y hablar en el grupo en donde Gemma y Lianna están. Sé que son pequeños pasos de bebé y que esto no se dará de un día para el otro, mucho menos si ellas no lo saben. Sin embargo, no estoy lista para hablarlo, no sé si algún día lo esté.

Tengo una gala benéfica el sábado y no tengo un vestido. Conocen alguna tienda? — Ada.

Las respuestas no tardan en llegar. La primera es, sin duda, Gemma.

Ooooh, si, si. Yo sé! Puedo llevarte, quieres? Tu hermano me prestará el coche — Gemma.

O el policía — Gemma.

La esposa de mi primo tarda un poco más en responder.

Las tres podemos ir, si quieres. O podemos pasarte la dirección, como prefieras — Lianna.

Lo que me gusta de la psicóloga es que no me presiona. No sé si es por sus estudios o porque es empática, pero es agradable.

Tras pedirles que me acompañen el jueves, la bola de plomo en mi pecho se ablanda y sonrío, aunque estoy sola y nadie me ve.

Para cuando el día laboral se termina, me encuentro con Greg.

—Espero que Travis se haya puesto al tanto de la gala— me dice.

—Lo hizo— murmuro.

Y me folló.

—¿Irás con alguien?

—Aún lo estoy definiendo— me excuso.

—Yo estoy saliendo con alguien, pero no creo que quiera ir— suspira—. Tiene un bebé, un niño muy pequeño y no es ambiente para niños.

Fuerzo una sonrisa.

—Es comprensible.

—Amelie es una buena madre .

—Claro.

Le digo que sí, aunque no sé quién es o de quién habla, pero necesito hablar de otra cosa.

—¿Travis te dijo que la cena será formal, cierto?

—Si— carraspeo, agradecida por el cambio de tema.

—Hola, Ada— Camille, la otra veterinaria que trabaja aquí, se acerca y nos sonríe. Su cabello es corto, por encima de los hombros y tiene una sonrisa agradable.

Poco después, el león se nos une.

Luce salvaje y, como siempre, su ropa está cubierta de mugre.

—Te has revolcado con los felinos... de nuevo— Greg suspira y parece acostumbrado a esa situación.

—Ellos me tiraron. Se complotan— se excusa y yo oculto la risa tras la tos. Él me observa y sonríe, pero es algo que desaparece cuando Camille estira su mano y le agarra un mechón de cabello.

Veneno | SEKS #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora